Pionera en la práctica de performances, cine experimental e instalación de vídeo, desde los años ochenta ha desarrollado un género híbrido que fusiona elementos muy diversos. Jonas incorpora objetos como máscaras y espejos, pero también pantallas de vídeo, sonidos, textos y movimiento coreografiado para explorar las nociones de subjetividad y ritualismo. Si en sus primeras obras se centraba en las máscaras del yo y sus transformaciones, más adelante lo hizo en relatos históricos y mitológicos releídos en clave contemporánea. Durante sus viajes en los años setenta conoció de primera mano la cultura de los aborígenes hopi de Norteamérica, el teatro japonés Noh y Kabuki, y la tradición oral mediterránea de Grecia y Marruecos. Hay que añadir a estos referentes creativos su contexto de formación (las perfomances de Claes Oldenburg, Robert Morris y Lucinda Childs en la Nueva York de los setenta); el trabajo de amigos como Richard Serra, Robert Smithson, Nancy Holt y Gordon Matta-Clark; y la danza experimental de Trisha Brown e Yvonne Rainer. Con sus instalaciones y performances, Jonas inserta en el presente el universo mágico de narrativas universales y pone en evidencia la relación destructiva de los humanos con una naturaleza cada vez más frágil. En 1994, a raíz de la exposición retrospectiva en el Stedelijk Museum de Ámsterdam, decidió convertir algunas de sus performances en instalaciones, lo que le permitió entrar en el circuito expositivo internacional.

Entre las retrospectivas dedicadas a su obra, destacan las realizadas en el Stedelijk Museum de Ámsterdam (1994), la Stadtgalerie de Stuttgart (2001), el Queens Museum of Art de Nueva York (2004), el MACBA de Barcelona (2007), Tate Modern de Londres (2018) y la Pinacoteca de Sâo Paulo (2020). Sus obras forman parte de colecciones públicas como la del MoMA y el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, Tate Modern de Londres y el MACBA de Barcelona, entre muchas otras.

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