Experimentadora incansable, a la mexicana Helen Escobedo nunca le preocuparon las casillas y categorías artísticas al uso. Fue pionera, en su país, de un arte feminista y ecologista, y de entender que la escultura es un todo con el espacio, ya sea natural, urbano, arquitectónico o humano. En su larga trayectoria, la serie producida en 1968, Muros dinámicos, supuso una inflexión. De más de dos metros de altura y elaborados con materiales ligeros, Escobedo logró dinamitar la noción de escultura. ¿Se trata de esculturas o estructuras? ¿Son muros o puertas abiertas al espacio? ¿Piezas de arte óptico o biombos que celebran el color? Con una gran libertad, Escobedo consigue obras visualmente ligeras, cromáticamente valientes y que generan una acusada consciencia del espacio. La obra de la Colección MACBA, Eclipse, forma parte de esta serie. En los cuadernos de trabajo de la artista, dejó escrito: “Para 1968 ya había eliminado las esculturas por completo”. Había empezado a crear lo que llamó “ambientes totales”.

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