Visionado conjunto de "Confesión" de Aleksandr Sokurov

Confesión. Del diario del comandante fue rodada a finales de otoño de 1997 a bordo de una patrulla naval que surcaba las aguas del mar de Bárents en la región de Múrmansk (el mismo lugar que más tarde, el año 2000, fue testimonio del hundimiento del submarino Kursk). La película narra la rutina de los marineros mediante la voz del comandante, que relata una experiencia militar en un presente continuo, en el que aparentemente "nunca pasa nada".

Según el crítico Fredric Jameson, "el comandante de Confesión es el que expresa de manera más clara cierta experiencia del tiempo. 'Es lo mismo hoy, y será lo mismo durante el resto de mi vida' reflexiona. Y, de hecho, la rutina diaria de la flota ártica es el paradigma de una temporalidad repetitiva en la que no sucede nada… También establece una conexión de lo más explícita con la metafísica: el 'sentido de la vida' se encontraría en la propia capacidad de organizarla día a día, como la capacidad para organizar un ejército. Pero no se trata de una cuestión utilitaria, ni de una cuestión de gestión y eficacia; tiene que ver con el significado de la institución social y colectiva. El comandante se compara de forma poco favorable con los oficiales rusos del siglo XIX con una verdadera vocación (la del imperio) que iba más allá de los meros trabajos que él comparte con sus marineros. El barco, con su tripulación y sus rutinas, su libro de normas, su pedagogía y su logística no es solo una alegoría metafórica de la vida, sino una alegoría autorreferencial de la cinematografía y una representación de las dinámicas y los dilemas del arte hoy en día, el arte moderno, se pensaría, más que de un arte ruso postmoderno con el que Sokurov parece tener poco en común".

A partir de las 5 de la tarde y hasta las 10 de la noche, fuera del horario de apertura habitual del Museo, el MACBA invita a los visitantes a un pase colectivo de Confesión. Se trata de compartir la experiencia de un cine que fuerza los límites de la atención y desafía la pasividad del espectador. Durante la proyección se ofrecerá un pequeño piscolabis, y al final de la película se abrirá un debate para compartir impresiones con el resto de los asistentes.