Apasionado por la lectura de viajes y los relatos marítimos de clásicos como Joseph Conrad o Henry de Monfreid, Luis Claramunt optó por una vida nómada. Alejado del núcleo familiar barcelonés, liberal y culto, primero se instaló en el actual Raval de Barcelona, donde pronto se hizo un personaje muy popular. Años después, se trasladó a Sevilla, Madrid y Bilbao, con estancias en Marrakech, junto a su compañera, la artista Teresa Lanceta, que estudiaba los tejidos de las montañas del Atlas. Habitual lector de libros de viajes, su pintura incorpora escenas de tormenta y barcas a la deriva, naufragios y veleros, topografías literarias y entornos de ficción. Son las lecturas, ciudades, descubrimientos, cielos y puertos de un artista que no distinguía la pintura y la escritura, de la vida. Quizás porque, como Conrad ya escribió, tras la aventura, siempre hay un trayecto introspectivo.

OBRAS EN LA COLECCIÓN DE LUIS CLARAMUNT

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