


Jorge Oteiza
Retrato de un gudari llamado Odiseo
Retrato de un gudari llamado Odiseo
1975
En 1972, Jorge Oteiza retoma su actividad escultórica recuperando obra anterior y haciendo variaciones. El nombre completo de esta obra es Retrato de un gudari llamado Odiseo, variante de homenaje a Mallarmé, 1958. Oteiza construye esta pieza de acero como una variante de la obra realizada en 1958, Homenaje a Mallarmé. Se trata de una de sus conocidas cajas vacías concebida, en este caso, como un homenaje al guerrero vasco. Aunque la fi gura mítica de Odiseo (Ulises, para los romanos) fue generada en la antigua Grecia, Oteiza la identifica como el espíritu del cazador prehistórico vasco. Gudari, que en euskera significa guerrero, es una fi gura con una fuerte carga simbólica en el contexto social vasco. Oteiza realizó diferentes versiones de la obra (tres versiones pequeñas y dos de grandes dimensiones), todas en 1975.
Si es cierto que en los años cuarenta Oteiza empieza a desmarcarse de la escultura de bloque y a abrir espacios intersticiales en sus piezas figurativas, no es hasta mediados de los años cincuenta cuando este escultor vasco inicia una investigación sistemática alrededor del cuadrado o el cubo como unidades esenciales. En ella se reconoce la huella de Mondrian, Malévich y Cézanne. Desde entonces, su investigación formal se centrará en la desocupación activa del espacio, con cajas y cubos de gran complejidad que comunican espacios interiores y exteriores. Más que ausencias de masa sólida, los volúmenes deOteiza remiten al vacío de postulado metafísico. En esta obra, que su autor califica de «escultura totémica dotada de un vacío abierto y vigilante», la disposición del vacío evoca, según el escultor, el cuadro de Malévich Cuadrado blanco sobre fondo blanco. La referencia a Mallarmé en el título remite a la búsqueda de la nada como una vía de acceso al Absoluto, defendida por el poeta francés.
Si es cierto que en los años cuarenta Oteiza empieza a desmarcarse de la escultura de bloque y a abrir espacios intersticiales en sus piezas figurativas, no es hasta mediados de los años cincuenta cuando este escultor vasco inicia una investigación sistemática alrededor del cuadrado o el cubo como unidades esenciales. En ella se reconoce la huella de Mondrian, Malévich y Cézanne. Desde entonces, su investigación formal se centrará en la desocupación activa del espacio, con cajas y cubos de gran complejidad que comunican espacios interiores y exteriores. Más que ausencias de masa sólida, los volúmenes deOteiza remiten al vacío de postulado metafísico. En esta obra, que su autor califica de «escultura totémica dotada de un vacío abierto y vigilante», la disposición del vacío evoca, según el escultor, el cuadro de Malévich Cuadrado blanco sobre fondo blanco. La referencia a Mallarmé en el título remite a la búsqueda de la nada como una vía de acceso al Absoluto, defendida por el poeta francés.
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