17/09/2010 72' 17''
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A cargo de Frédéric Acquaviva

En 1950 Gil J Wolman crea la meganeumia ("mégapneumie"), poesía del aliento y el sonido puro, tras su encuentro con Isidore Isou y su adhesión al letrismo. Su obra sonora, a menudo ignorada, anticipa la poesía sonora y constituye una de las fuerzas vivas de la poesía letrista. Este programa de radio reconstruye el vínculo entre el letrismo, la poesía sonora y la obra de algunas figuras aisladas pero esenciales en este campo, con el fin de recuperar una parte de la historia del arte sonoro.

El letrismo lanza su primer manifiesto en París en 1946 a través de la voz de su creador y principal teórico, Isidore Isou. Este propone y sistematiza la fusión de la poesía y de la música e introduce sonidos corporales escritos con la ayuda de un nuevo alfabeto, al tiempo que innova en el ámbito plástico con la hipergrafía.

A Isou (1925-2007) y su compañero de creación, Gabriel Pomerand (1926-1972), se unen François Dufrêne (1930-1982), Jean-Louis Brau (1930-1985), Gil J Wolman (1929-1995) y Maurice Lemaître (1926), y posteriormente Jacques Spacagna (1936-1990), Roberto Altmann (1942), Roland Sabatier (1942), Gérard-Philippe Broutin (1948), entre otros.

Ya en 1950 Gil J Wolman inventa la meganeumia, poesía del aliento, y solo dos años más tarde, en 1953, François Dufrêne compra un magnetófono para componer sus crirythmes, que podrán escucharse por primera vez en público en octubre de 1955. Se abre así el camino para un uso más amplio de esta herramienta expresiva y, en 1959, nace la poesía sonora con las voces divergentes de Henri Chopin (1922-2008) y Bernard Heidsieck (1928) e incluso de Brion Gysin (1916-1986).

En este programa he querido incluir asimismo algunas figuras aisladas como Ghérasim Luca (1913-1994), quien marca el fin del surrealismo y propicia el surgimiento de una poesía repetitiva-interpretativa; Altagor (1915-1982) y su metapoesía; Otto Muehl (1925), que podría ser uno de los hijos naturales de la meganeumia (al menos en su trabajo sonoro de 1968), y así como la voz y la palabra de Pierre Guyotat (1940), que puede escucharse en una de las composiciones musicales de Frédéric Acquaviva.

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