Coordinado por Enric Berenguer y Clara Garí
Los jueves 25 de marzo, 29 de abril y 27 de mayo, a las 19.30 h.

El arte convoca hoy día toda una serie de debates y prácticas que desbordan lo que podemos llamar su realidad más inmediata. El filósofo, el pensador, el terapeuta, el estudioso, se ocupan de él. ¿Qué relación tiene el arte con aquello que de él se dice y con aquello que con él se hace? Es discutible, pero de eso es precisamente de lo que se trata, de una conversación necesaria y de todo lo que produce.
Algunos (no el crítico necesariamente), si hablamos del arte es porque encontramos en el arte el síntoma. Síntoma, en el sentido freudiano: no como la enfermedad misma, ni como su manifestación, sino como su interpretación y su tratamiento, al mismo tiempo. En tanto que síntoma, el arte interpreta y trata algo. Lo hace de una forma que es la respuesta particular de alguien a un punto de imposibilidad. Pero lo bueno que tiene es que es una respuesta que no pretende poder resolver nada. Y, paradójicamente, como respuesta, es ya una forma de tratamiento. De hecho, no hay ningún verdadero tratamiento que no sea una respuesta. Por eso los malos tratamientos del síntoma – que son cosas que se le hacen a alguien -- en el fondo poco curan.
Si de algo no cabe duda, es que el SimptomArt es la respuesta de alguien. Que esa respuesta de alguien vale para otros, justifica que un museo pueda ser el lugar de una cura que buscamos, aun sin saber de qué. Aunque sólo sea del deseo insaciable de mirar, que es una de las enfermedades del ser hablante. Pero hay muchas otras enfermedades incurables nuestras que pueden encontrar ahí alguna cura, o al menos buscarla.
SimptomArt convoca pues a aquellos que se ocupan del arte desde la perspectiva del síntoma: síntoma de la civilización, respuesta al horror o a la barbarie, interpretación, formulación de un deseo o de una forma de gozar. También lucha contra las consecuencias de la locura, ya sea la que sostiene un individuo contra el colapso de su mundo, ya sea la del mundo mismo, el de todos.

Enric Berenguer es psicoanalista
Clara Garí es artista


Programa

JUEVES 25 DE MARZO A LAS 19.30 h
Realidad y simulaciones en la era digital

Matrix, un producto de masas, replantea un "clásico" del pensamiento occidental: el posible carácter ilusorio de la realidad sensible, el mundo real como constructo y los límites entre el pensamiento y realidad. En esta primera sesión del forum interdisciplináreo Simptomart los "productos Matrix" (largometrajes, cortos de animación y juego) sirven de pretexto e hilo conductor de una reflexión que va del mito de la caverna platónica a los simulacros de Baudrillard, pasando por Lewis Carrol, Freud, Lacan o Wittgestein.

JUEVES 29 DE ABRIL A LAS 19.30 h
Matrix (II): La perversión de las máquinas

En nuestra pasada reunión en torno a la película de los hermanos Wachowsky examinamos ante todo el aspecto "paranoico" de la película, o sea, la construcción de un mundo de sentido total, un universo en el que a la falta de sentido con el que los seres humanos se han de enfrentar en sus vidas, le responde la certeza de que no hay nada que escape a un guión total en el que el más mínimo detalle está previsto y nada se deja al azar.Pusimos esto en relación con lo que Zizek, mencionando a Badiou, señalaba como una pasión que había dominado al Siglo XX bajo diversas modalidades: la búsqueda desesperada de lo real, como si éste fuera lo único que puede garantizar la existencia de un sentido que no se desvanezca.

En esta segunda reunión nos centraremos en un aspecto distinto, relacionado con un elemento distinto de lo que podemos llamar el "mito Matriz": aquel que se refiere precisamente al otro sentido de la palabra que da título a la serie, esto es, la matriz como útero, no como estructura inerte, cibernética, sino todo lo contrario.En efecto, es un elemento enigmático del film que los seres humanos sean, por así decir, "deseados" por las máquinas rebeldes en el estatus de embriones de los que ellas extraen su energía. La explicación explícita que aporta la película, en la que no se le da a esta energía ninguna calificación especial, tiene cierta debilidad. Existiendo otras fuentes de energía más eficaces, como la nuclear, ¿por qué serían necesarios con este fin seres vivos, y precisamente humanos? Esta paradoja es la que trataremos de examinar, apoyándonos en al concepto lacaniano de goce. Zizek recurre a la noción de perversión para explicar este segundo aspecto del mito y, al mismo tiempo, para señalar los limites de su tratamiento en el film. Por nuestra parte, iremos más allá, buscando las razones profundas del impacto de esas imágenes enlas que las máquinas parecen actuar como unas sublimes pederastas que gozan del cuerpo humano reducido a la condición de embrión.
Pero, ¿no es acaso el abuso sexual contra niños, así como ciertos crímenes de los que éstos son objeto (se habla, por ejemplo, de raptos de niños de la calle relacionados con la venta de órganos), un síntoma particularmente significativo de nuestra época? Y ello no porque los abusos en cuestión sean una novedad, sino por la banalización en la que transcurren y por su dimensión propiamente industrial, al quedar insertos en una maquinaria capitalista de explotación sistemática que, por ejemplo, explota las migajas de vida en miles de cuerpos jóvenes confinados en paraísos turísticos ad-hoc.

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