Recorrido
7 contenidos

Buceando entre arte, activismo e historia

Herramientas para la resistencia feminista

«Ep, innocenta, / ¿saps que en aquesta maror / no mos queda altre remei / que aprendre a bucejar? […]» («Eh, inocenta, / ¿sabes que en esta marejada / no nos queda otro remedio / que aprender a bucear? […]»), escribe Mari Chordà en uno de sus poemas.

El recorrido que os proponemos ofrece, precisamente, un conjunto de herramientas para aprender a bucear. Así encontramos el diálogo entre naturaleza y artificio propuesto por Fina Miralles; la investigación historiográfica de Maite Garbayo sobre las performances que tuvieron lugar en los años setenta en España y que pueden leerse desde el activismo feminista; el deseo disidente y la valoración del inconsciente como estrategia de resistencia a la normalización que propone la práctica de Carol Rama; la apropiación del imaginario de los medios de comunicación por parte de Eulàlia Grau con el fin de denunciar la institución educativa, familiar y los estereotipos de género; la voluntad de hacer un arte subversivo mediante la forma de manifiestos de Nancy Spero; la imposibilidad de separar la artista, la poeta y la activista que conviven en la figura de Mari Chordà al comprometerse con el feminismo; o las necesarias relecturas de la historia del arte y el reconocimiento de genealogías feministas que se encuentran en la recopilación de artículos de Desacuerdos 7.

En conjunto, una gran bombona de oxígeno que sigue creciendo y que, en este caso, toma la forma de un conjunto de libros que nos sirven para cruzar las aguas más turbulentas.

Esta publicación presenta la obra de Mari Chordà (Amposta, 1942), creadora multidisciplinar que utiliza la imagen, el lenguaje y la acción social, elementos inherentes a su vida, como material fundamental para su obra. La artista, la poeta y la activista entablan un vínculo indisociable que sustenta una actitud y unas convicciones que determinan, a su vez, el eje vertebral de su trabajo y su biografía.

Guiada siempre por un compromiso social, político y cultural, Chordà fundó el centro cultural Lo Llar en Amposta y, posteriormente, junto con un grupo de mujeres, crearía también laSal, Bar-biblioteca feminista y laSal, edicions de les dones, editorial dedicada a la literatura y el ensayo escrito por mujeres. Mari Chordà fue asimismo pionera de su generación a la hora de expresar la sexualidad femenina libre, ahondando en el placer, la maternidad y las relaciones lésbicas tanto en su pintura como en su poesía.
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Soy todas las que he sido expone varios aspectos esenciales de la obra de Fina Miralles: la relación entre naturaleza y artificio, el lenguaje con el que nos expresamos y las relaciones de poder en nuestra vida cotidiana.  

«Ser artista no es una vocación, una devoción ni una profesión; no lo sabes, pero todo te empuja a ello y te lleva a ser quién eres.»  Con esta frase sintetiza Fina Miralles su vida.
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En este texto Maite Garbayo-Maeztu reflexiona sobre algunas de las primeras performances que se hicieron en los años setenta en el Estado español y las ocupaciones de las calles por parte del activismo feminista. Artistas como Dorothée Selz, Fina Miralles y Olga L. Pijoan pusieron en marcha veladuras, ocultamientos y trueques que nos invitan a ir más allá de la visualidad.
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«Yo pinto por instinto y por pasión, y por ira y por violencia y por tristeza, y por un cierto fetichismo; y por alegría y melancolía a la vez, y especialmente por rabia.» Escribía la misma artista en 1996.

Olvidada tanto por la historiografía hegemónica como por el relato feminista, la obra de Carol Rama, que se extiende a lo largo de siete décadas (1936-2006), constituye un contra-archivo que permite reconstruir los movimientos de vanguardia del siglo XX.
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«Yo tomo elementos del mundo, los desposeo de su contexto habitual y los recompongo de acuerdo con otros órdenes, de manera que, a causa de una nueva relación insólita, por contraste, por similitud o por sobreentendido, reexamino aquello que llamamos realidad.» Así es como Eulàlia Grau (Terrassa, 1946), una de las voces más reivindicativas de su generación, definía su trabajo en los años setenta.

Sus fotomontajes, que incluyen imágenes de los medios de comunicación, denuncian la institución educativa y familiar, los estereotipos de género, las diferencias de clase, la explotación laboral y las estructuras de consolidación del poder. El catálogo reproduce una selección de obras, que comenta exhaustivamente en su texto Teresa Grandas, comisaria de la exposición.
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En este número se reflexiona sobre cómo resituar la singularidad de la modernidad artística del Estado español, ligada a los avatares sociopolíticos del pasado siglo; cómo seguir quebrando la oposición entre estética y política, al igual que la teoría feminista incidió en la ruptura de códigos que se expresan en dominación o supremacía; y cómo la crítica feminista, que junto a la institucional articuló las relaciones entre patriarcado, capitalismo y producción del conocimiento, negocia con la institución arte, poco permeable a las transformaciones y orientaciones epistemológicas de los feminismos.
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«Yo sentía que quería hacer un arte subversivo. Y que no quería hacer nada importante, quería hacer manifiestos.» Quizá ello explica que Nancy Spero, quien comenzó pintando lienzos a la manera del pintor tradicional, se concentrara pronto en crear un lenguaje pictórico específicamente femenino. Su obra se decanta por la fragilidad del papel y se organiza en torno a un léxico de figuras reales y mitológicas que desenmascaran estereotipos.
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