La incursión de Alicia Fingerhut en el registro conceptual fue algo puntual. Aunque formó parte activamente del Grup de Treball hasta su desintegración, en 1975 volvió pronto a la pintura. En aquellos años, Fingerhut realizó una serie de acciones centradas en el propio cuerpo y un trabajo gráfico con material procedente de los medios de comunicación, en un momento en que el uso de la fotocopia era una de las reivindicaciones del arte conceptual. Y el otro sueño, presentada en la exposición Encendido (Sala Vinçon, Barcelona, 1981), forma parte de ese trabajo con imágenes de prensa construido como un diálogo entre el registro, íntimo y privado, del mundo onírico y la imagen pública que se muestra de uno mismo. Un diálogo que, en el caso de Fingerhut, contiene al mismo tiempo un claro elemento de exploración formal.