Sinéad Spelman aborda la escultura y el dibujo como un lenguaje de mínimos, como si nos llevase al momento en que las formas se gestaron. Su dibujo gestual y esquemático da cuerpo a personajes inexpresivos en situaciones ambiguas e inquietantes. Son figuras en estado de fragilidad que a menudo muestran alguna amputación, se desangran, se desintegran o se fusionan con algún elemento orgánico. Humanos que encarnan una condición fragmentada. Si bien su incompleción se puede leer como una carencia que los hace inaptos para la máquina de producción que es el régimen del trabajo en el mundo de hoy, los muestra a la par como figuras de resistencia que reclaman el derecho a la invisibilidad. Su indolencia se puede considerar activa, como un estar en el mundo en huelga permanente.