La obra de Mirtha Dermisache está concebida como una escritura. Cuando Roland Barthes la incluyó en la categoría de «escrituras ilegibles», la propia artista declaró que su escritura «no significa nada». Con una gran libertad y espíritu de investigación, Dermisache confecciona un lenguaje expresivo absolutamente singular que se rebela contra el logos o la palabra reflexionada. Aunque produce sus grafismos en formatos que la mente reconoce como «legibles» (cartas, libros, textos o postales, entre otros), su escritura asemántica o asémica supone el reto de un «desaprendizaje» o deconstrucción del lenguaje. La obra de Dermisache se dirige a un lector que tiene que encontrar el modo de interpretarla desde su propia experiencia y hermenéutica particular. En este universo textual de carácter sígnico más allá de la lógica del alfabeto, las obras de la Colección MACBA se adscriben a la categoría de cartas. Como en el conjunto de la obra de Dermisache, cada pieza presenta un universo propio, como si la artista partiera de cero cada vez. Si bien ella misma clasificó su universo de signos en «textos ilegibles» (grafías similares a las de los manuscritos), «textos incomprensibles» (relaciones formales con las matemáticas) y «textos legibles» (borradores del proceso de creación), en unos y otros, Dermisache ejercita un gesto indescifrable asociado al dibujo y también a la escritura. Definida a menudo como poesía visual, Roland Barthes, refiriéndose a la obra de Dermisache, en 1971 destacaba en ella la «inteligencia extrema de los problemas teóricos relacionados con la escritura».