–Cuando escribo no quiero provocar nada. Tengo unas necesidades y mi obra una coherencia. Nunca pienso en jugar al ajedrez con los lectores o los críticos. Las cosas me vienen de dentro a fuera. A veces yendo por la calle veo una hoja que cae y aquello me sugiere una idea. A veces es soñando que encuentro unos caminos que convergen. No me he propuesto nunca hacer un poema en un momento determinado.

Los poemas escénicos los hice porque necesitaba encontrar una tercera dimensión a mi poesía. Esta poesía escénica no tiene nada que ver con el teatro convencional, dramático. Eran unos personajes que salían, que decían unas palabras combinadas con unos telones de colores que caían. Después fui viendo que estos personajes podían iniciar otras cosas. No buscaba, sin embargo, que pudiera gustar más a la gente. Mi obra no es una industria. Siempre ha sido la obra la que ha hablado. De esta poesía escénica a la poesía visual solo hay un paso.

Los poemas objeto datan de 1943, son paralelos a mis primeros poemas visuales. Yo los llamaba «poemas experimentales» porque no sabía cómo llamarlos. No existía tradición en nuestra literatura. Esta poesía conecta mucho con la magia.

Pujol Argudo, Salvador; Recordà, Josep Ramon: «Preguntes a Joan Brossa», Artilletres: revista cultural, núm. 7 (juny de 1989), p. 1-3