Retrat de Joan Brossa es uno de los testimonios de la sólida amistad entre el propio Brossa y Antoni Tàpies. El cuadro, expuesto por primera vez en 1952 en las Galeries Laietanes de Barcelona, formó parte de la colección personal de Joan Brossa y posteriormente de la Fundació Joan Brossa hasta que, en 2012, se incorporó al MACBA. Se trata de un retrato figurativo que responde a dos momentos de la trayectoria del pintor. Hacia 1950, Tàpies retrató a su amigo sobre un fondo marrón oscuro casi monocromo que se confunde con el marrón de la chaqueta. Veinte años más tarde, en 1970, volvió a intervenir en la obra. Fue entonces, probablemente, cuando sobrepuso la inscripción en yeso con la fecha (1950-1970), otros signos geométricos y un garabato. También añadió una esponja pintada del mismo color marrón a la altura del corazón.

Si en los años cuarenta y cincuenta, en los inicios de su obra pictórica, Tàpies había realizado numerosos retratos, con el tiempo abandonó este género, desarrolló sus pinturas matéricas y se situó como uno de los más destacados representantes del informalismo. Cuando retomó el retrato de Brossa, su lenguaje visual estaba plenamente consolidado. En los años setenta sus obras ya integraban objetos pobres y materiales del entorno inmediato del artista.