Alberto Solsona
Duquesa de Alba
Duquesa de Alba
1972
La Colección MACBA cuenta con un fondo representativo de la obra pictórica de Alberto Solsona, con obras de los años sesenta, setenta y ochenta. Ya en una de sus primeras pinturas, Amarillo, negro y azul (1968), una inquietante figura central –a medio camino entre el dibujo automático y la ilustración psicodélica– anuncia la combinación de pop y surrealismo que guiará el trabajo de Solsona durante una década. En sintonía con el lenguaje estético de una parte de la pintura española de la época, Solsona utiliza elementos del cómic y de la cultura de masas con una intención de crítica política. También en este momento, produce una serie de obras basadas en la repetición de signos y de iconos, como Símbolos (1971), con imágenes militares y religiosas como la cruz griega o la esvástica, la bandera de EUA y otros elementos seriados que le sirven de revulsivo contra el carácter represivo de la España tardofranquista. En Duquesa de Alba (1972), la referencia a Goya enlaza con el trabajo de revisión histórica que llevan a cabo otros artistas del momento como Eduardo Arroyo o el Equipo Crónica.
De 1972 a 1977 Solsona acentúa la crítica social y política, que se hace más explícita, y firma parte de sus cuadros junto con Fernando Almela. En Hazañas bélicas (1972) y en la obra homónima de 1975, un cerebro sobre imágenes militares evoca la irracionalidad humana. En El arte de la guerra (1973), la representación de un desfile militar remite a la técnica doméstica y tradicionalmente femenina del punto de cruz. En otras obras, Solsona sitúa maniquíes y mujeres de erótica grotesca en decorados teatrales llenos de objetos. Un juego de asociaciones que se refuerza en obras como Ateneo de Madrid (XVII) (1974), uno de los cuadros más icónicos del pintor, en el que se muestran elementos festivos y otros amenazantes en las escaleras de esta institución cultural. Romance de cielo (1974) fusiona los elementos anteriores con el lenguaje de las viñetas de cómic y Nothing to Say (1976) muestra una habitación forrada de cómics (Mickey Mouse, Virolet, Mafalda, TBO) donde una pareja se besa mientras unas manos gesticulan.
A finales de los años setenta, la obra de Solsona experimenta un acusado giro hacia la abstracción. La nueva situación social y política de la democracia supone el fin del pop crítico español y la pintura transita hacia lenguajes como la Nueva Figuración o hacia una nueva abstracción. Destaca la vinculación de Solsona con el Grupo de Cuenca, formado por Fernando Zóbel, Gustavo Torner y Gerardo Rueda, que practica una pintura introspectiva y de una gran pureza ornamental. Solsona se interesa por el uso sensorial del color, las líneas curvas y la tensión entre ficción y realidad, aspectos especialmente valorados por la pintura barroca. Diagonal verde (1979) y Plano rosa (1980) son algunas de las primeras obras de este nuevo momento. En la abstracción practicada por Solsona, el arabesco irá ganando importancia, como se plasma, por ejemplo, en Gran arabesco en gris (1982). Los últimos años de Solsona vuelven a ser coloristas y lúdicos, con una cierta recuperación de la figuración y un interés por los elementos vegetales. Un buen testimonio de ello lo encontramos en Lirio negro sobre blanco (1987) y Lirio rojo sobre blanco (1988), dos de sus últimas obras.
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