Alfons Borrell
20-1-1977
1977
«Existen dos tipos de pintores: los que pintan lo que ven y los que son pintura ellos mismos. Yo me identifico con esos últimos.» (Alfons Borrell entrevistado por Ràdio Web MACBA, 2015.) La obra de Borrell muestra una gran coherencia. Tanto en sus grandes telas acrílicas como en su obra gráfica, la simplicidad y la búsqueda de lo esencial pautan su trabajo creativo. El color tiene un protagonismo destacado. Grandes masas de color en diálogo con figuras geométricas (el cuadrado y el rectángulo como figuras reiteradas) enmarcan el espacio y estructuran su abstracción pictórica. Espacio dentro del espacio, tensión entre masas y colores, dialéctica entre opacidad y transparencia o la presencia de una grafía en un punto de la tela, configuran el lenguaje pictórico de Borrell.
A lo largo de su trayectoria, la pintura de Borrell experimenta un proceso de simplificación extrema, con una paleta a menudo reducida a dos colores y una composición muy austera. Un esquema repetido es la figura de un cuadrado, solo o duplicado, sobre un fondo monocromo de gran intensidad; o el trazo de una línea horizontal que remite vagamente a la idea de horizonte, o bien vertical sobre un fondo de cromatismo siempre vibrante. Los signos de acotación o grafías constituyen otro elemento recurrente en el lenguaje del artista, un lenguaje que condensa su fuerza en el uso del color. Uno de los colores de Borrell es el naranja, que representa para él la salida del sol y el principio de vida, pero también el negro, el azul, el verde... «Para Borrell, el color tiene una cualidad de agente invasor. Nos tiñe y nos invade como sustancia viva y cambiante. En su obra, el color está íntimamente ligado a una experiencia de luz. Se mueve y fluctúa, lleno de vida. Por la superficie que el soporte de la obra le asigna. El color ya no se manifiesta cerrado como cualidad de un objeto, sino que se nos aparece como sujeto autónomo.» (Vilapuig, Oriol: Alfons Borrell. Els treballs i els dies. Barcelona: Fundació Joan Miró, 2015, folleto exp.)
Borrell forma parte de una generación de pintores catalanes situada a caballo entre el informalismo de los cincuenta y sesenta, y la transvanguardia neofigurativa de los ochenta. Una generación heterogénea que hacía hincapié en la esencialidad y en el color como vehículos de expresión, y en la que también se incluyen Albert Ràfols Casamada, Joan Hernández Pijuan, Pic Adrian y Joaquim Chancho.
En paralelo a su trabajo pictórico, Borrell ha producido una extensa obra gráfica sobre papel, de la que se desprende una gestualidad desnuda e incisiva que nos sitúa ante el vacío. En esta línea se inscribe la serie de dibujos que, desde 2010, forma parte de la Colección MACBA: Sin título (1976-1979). «La renuncia al color y la utilización del blanco y negro como únicos elementos ‒que se produce mayormente en los trabajos de finales de los setenta y que ya se daba en las obras abstractas de finales de los cincuenta‒ refuerzan esta actitud más contenida y no evocativa.» (Vilapuig, Oriol: Alfons Borrell. Els treballs i els dies. Barcelona: Fundació Joan Miró, 2015, folleto exp.)
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