Con una estética claramente documental, la fotografía de Ahlam Shibli describe las implicaciones contradictorias que subyacen tras la noción de hogar. Sus obras abordan la pérdida del hogar y la lucha por recuperarlo, pero también las limitaciones que la idea de hogar impone en individuos y grupos marcados por políticas identitarias represivas, como los habitantes de Palestina y los territorios ocupados, espacio natal de la artista. En 2007, en el marco de la exposición Archivo universal. La condición del documento y la utopía fotográfica moderna, el MACBA le pidió que realizara, junto a otros fotógrafos, un proyecto sobre las nuevas relaciones de trabajo y de vida en la Barcelona contemporánea, titulado 2007. Imágenes metropolitanas de la nueva Barcelona. Shibli se fijó en la labor de personas emigradas de países latinoamericanos que habían llegado a la ciudad para ejercer de cuidadoras de la tercera edad y de la infancia europeas. Los nuevos vínculos y el cuidado cotidiano no anulan la nostalgia del lugar de origen, donde a menudo han dejado a su familia y a sus hijos. Shibli documenta escenas como la de Víctor, de Ecuador, sujetándole el bastón a Francisco, en la calle, para que este pudiera escribir una nota en la esquina entre las calles Casanova y Còrsega el 15 de noviembre de 2007; Manin, de Filipinas, cubriendo con sábanas los muebles del salón antes de que Carmen y José Manuel se fueran de vacaciones, en el Passeig de Sant Joan; o Eugenia, de Argentina, barriendo el salón de Pilar y Oleguer, en la calle Doctor Roux de Sant Gervasi. Y así hasta 29 situaciones que configuran la serie Dependence.
La propia artista explica su trabajo en Barcelona en los siguientes términos: «La contratación de cuidadores y cuidadoras ya no es un fenómeno reservado a las clases acomodadas, sino que se ha extendido también a las clases medias e, incluso, obreras. Las olas de inmigrantes anteriores, que procedían de la Cataluña interior, de Andalucía y, en las décadas de 1970 y 1980, de Filipinas, han dado paso a un nuevo grupo de inmigrantes provenientes de países sudamericanos de habla hispana y, recientemente, de la Europa del Este y de la antigua Unión Soviética.
»Puesto que es imprescindible que sean de confianza, a algunos de estos empleados se les paga el salario mínimo o más. Sin embargo, los que se encuentran en España «sin papeles» son especialmente vulnerables a la explotación. (…)
»Algunos empleados del hogar están solos en Barcelona y viven en un “espacio privado” en casa del empleador. Otros han inmigrado con toda su familia y, en este caso, trabajan durante el día y regresan a su casa por la noche. En función de su situación, pueden tratar de establecerse en los suburbios de Barcelona o mandar dinero a la familia que se ha quedado en el país de origen –incluidos sus propios hijos, que pueden estar viviendo con los abuelos– y, finalmente, comprar una casa o abrir un negocio en su tierra natal.»
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