La poesía de las relaciones espaciales entre elementos simples situados en un campo pictórico se convierte en un sentimiento estético. Pero Llucià, naturalmente, no encuentra las estructuras de repetición de un modo unilateral. Su obra de los años 1957 al presente marca una serie de direcciones diversas, unidas por grandes afinidades de sentido, pero realmente distintas por la orientación, el concepto y la técnica.
?…? Enemigo de las confesiones y de las efusiones románticas, Llucià, sin embargo, pone una sensibilidad erizada en los trazos y en las estrías, e incluso en las superficies de las zonas, que nunca poseen la frialdad del «arte del delineante», aunque sí tengan la frialdad que dimana del color plateado: esa luz de mañana invernal, cristalina y temblorosa, algo triste en el fondo, pero sostenida.

Juan Eduardo Cirlot