Como en buena parte de su trabajo conceptual, Broodthaers experimenta con ironía y a menudo con humor con los objetos cotidianos y sus signos lingüísticos. La Soupe de Daguerre alude al paralelismo entre los procesos químicos y los fluidos entre la cocina y la fotografía. Se trata de un collage de 12 fotografías que se presenta con aspecto de taxonomía o clasificación, lo que es habitual en la obra del artista y poeta belga. En este caso, alude uno de los inventores de la fotografía en el siglo XIX, el francés Louis Daguerre (1787-1851). La sopa a la que se refiere el título está representada por las imágenes de sus ingredientes: tomates, lechuga, zanahoria, puerros y peces. En vez de alimentos reales, se trata de una representación fotográfica en el caso de las verduras y de una ilustración en un libro en el caso del pescado. Una etiqueta al pie presenta el trabajo como si se exhibiera en un museo: La Soupe de Daguerre. Un hecho que parece decir que todas estas imágenes pertenecen a un pasado distante, tal vez del tiempo de Louis Daguerre, y que, por tanto, son objeto de musealización, otro elemento que suele estar presente en la práctica artística de Broodthaers.

Como en muchas de sus obras, Brooodthaers interroga de forma muy ingeniosa el sistema de signos lingüísticos y de creencias epistemológicas aceptado habitualmente. Pero las imágenes y su realidad física como fotografías son los ingredientes de una receta para prescindir o deshacerse de los sistemas de orden y de conocimiento conocidos: una sopa metafórica cuestiona los mecanismos de la representación habituales. A pesar de su apariencia de realidad, esta sopa no puede ser ingerida ya que está hecha de imágenes. Aunque La Soupe de Daguerre no puede comerse nunca, su apariencia de frescura mantiene los alimentos durante mucho más tiempo que si se tratara de verduras reales. En el proceso de la fotografía, pasa algo parecido: a pesar de la apariencia de realidad, se trata de una representación.