La investigación formal y poética sobre la noción de fragilidad, la ligereza y la exploración de materiales pobres como el papel o la espuma han sido una constante en la obra de Antoni Llena. Desde sus dibujos de los años sesenta construidos con papel manipulado, las series de Escultures dissecades (Esculturas disecadas) y Escultures per portar a la mà (Esculturas para llevar en la mano) o la captura del gesto corporal de pisar un suelo de espuma, hasta los cuadros, ya en los años ochenta, elaborados como composiciones cromáticas con papeles recortados. Con una gran variedad de materiales, abarca la acción, el dibujo, la pintura y la escultura. Llena convierte la cartulina o el corte en un campo de pruebas y una experiencia de volumen. Con una gran simplicidad, radicalidad y voluntad de pureza, produce un arte frágil que lo lleva a replantear el espacio constructivo del arte y el propio gesto artístico.