Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) se incorporó en 1967 al grupo Zaj, fundado en Madrid en 1964 por el músico madrileño Ramón Barce, el artista canario Juan Hidalgo y el italiano Walter Marchetti. Zaj conectaba con las actitudes de otros grupos experimentales internacionales de la vanguardia tardía de los años sesenta, que integraban tendencias neodadaístas. Uno de los movimientos más importantes en esta línea fue Fluxus. De hecho, Fluxus invitó al grupo Zaj a participar en sus actuaciones, hicieron performances conjuntas en Europa en el otoño de 1966 y algunos miembros de Fluxus (Alison Knowles y Dick Higgins) viajaron a España para colaborar en acciones de Zaj.
Pero aunque había ciertos paralelismos en la actuación y el ideario de ambos grupos, las acciones de Fluxus, sobre todo en su rama norteamericana, siempre mostraban un tono más espectacular, festivo y exuberante que Zaj, de estilo más contenido. A pesar del reconocimiento internacional y de las actuaciones del grupo en Estados Unidos en 1972, Zaj no fue reconocido oficialmente en España hasta los años noventa, a raíz de la exposición organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid en 1996. Desde su creación hasta 1973, fecha en que todos los miembros de Zaj se establecieron fuera del país, el grupo llevó a cabo una intensa actividad constituida por conciertos, acciones y performances, además de publicaciones, instalaciones y postales.
Esther Ferrer realizó su primera performance en 1967, y desde entonces la práctica efímera se ha convertido en hilo conductor de su obra. Por el papel del espectador y por la concepción de la performance la actitud de Ferrer se aproxima al teatro de Bertolt Brecht, donde la ausencia de ficción en el escenario y el distanciamiento provocado en el espectador pretenden provocar una toma de conciencia, una reflexión crítica. Para Ferrer el performer no es un actor, sino un elemento que ejecuta la acción, y lo que sucede en una performance es real, evidencia una materialidad y se aleja de cualquier juego ilusionista. Asimismo, la artista intenta transmitir la conciencia del paso del tiempo; el tiempo, el espacio (que incluye el espacio mental) y la presencia (suya y de los demás) son elementos que manipula en sus acciones, en las que suele trabajar con objetos ordinarios y cotidianos: martillos, relojes, mesas, sillas, marcos, hilos, cuerdas, zapatos, etc.
Íntimo y personal es una proposición que Esther Ferrer elaboró en un texto que data de 1971. En 1975 la artista realizó la performance en el estudio de Fernando Ledín, que fue fotografiada por Ethel Blum; la plancha de contactos que recoge estas imágenes pertenece actualmente a la Colección MACBA. Posteriormente, el 28 octubre de 1998, Esther Ferrer realizó nuevamente esta acción en el MACBA en el contexto de la exposición Arte y acción. En este caso, la acción se registró en vídeo.
Puedes ver la performance aquí.
Esta acción puede ser realizada por cualquiera que esté dispuesto a ello. A continuación citamos las instrucciones de Esther Ferrer para la ejecución de la performance Íntimo y personal.
ÍNTIMO Y PERSONAL. Una proposición
Esther Ferrer
Lo puede hacer una persona sola o muchas a la vez sin discriminación de sexo, edad o condición. Se lo pueden hacer también unas a otras, por parejas, en fila: el primero es medido por el segundo, que a su vez es medido por un tercero, etc., etc. Puede hacerse desnudo o vestido, de pie o tumbado, en cualquier posición y situación. Ante numeroso público o en la más completa soledad, si es ante el público, puede ponerse un espejo al fondo en el que este se refleje. El resultado varía, pero no demasiado. Cada persona dispondrá de un metro con el que se irá midiendo o midiendo al otro lentamente, la parte del cuerpo que desee. Cada vez que tome una medida pondrá sobre el lugar un punto, una nota musical o un número. Al mismo tiempo o inmediatamente después puede decir o no el número en voz alta, o tocar la nota que prefiera sobre un piano o cualquier otro instrumento musical disponible. Si le resultara más fácil, puede escribirlo en una pizarra. Las partes a medir son absolutamente libres, por lo que no es imprescindible que los hombres se midan el sexo (en erección o no).
Cuando cada cual considere que ha medido ya lo suficiente, basándose en su criterio personal, subjetivo y por supuesto anárquico, puede hacer lo que quiera, por ejemplo: 1) si ha anotado los números en la pizarra, sumarlos cuidando de no equivocarse, pero sin temor a hacerlo. Puede también anotarlo en el suelo y pasearse por encima (lo que facilitará su encuentro con los otros); 2) puede repetir el número cuantas veces lo desee al ritmo de su canción o sinfonía preferida; 3) puede hacer realmente lo que tenga ganas, solo o con aquellos a quienes su proposición interese; 4) puede marcharse tranquilamente; 5) puede quemar en un cenicero todos los números o puntos o notas pegadas en su cuerpo, etc.
Las palabras ÍNTIMO y PERSONAL son únicamente informativas, pueden pegarse sobre el cuerpo o escribirse. La foto es facultativa. Si el resultado le ha satisfecho plenamente, vuelva a empezar cuantas veces quiera.
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