La figura humana ha sido uno de los grandes temas de interés de Jaume Plensa. Planteada como un campo de exploración plástica y a la vez psicológica, se encuentra presente en los distintos momentos creativos del artista. Cabeza blanca y Cabeza forman parte de su primera producción, cuando, ya en los años 1983 y 1984, empezó a modelar metales como hierro, bronce y cobre con la técnica de la fundición. Las indagaciones sobre la figura humana, junto a formas y exploraciones zoomórficas, centraron su trabajo. Plensa incorporaba cortes, pliegues y deformaciones creando efectos de un contraste acusado y un cierto primitivismo, y que llevan implícita una investigación sobre el vacío y el lleno, dos conceptos antitéticos que con los años irán interesando más al artista. Si bien su producción redondeará formas y alisará materiales, en sus inicios, sus cabezas muestran un continuo proceso de construcción y destrucción situándolo como uno de les precursores del nuevo expresionismo en el Estado español.