A lo largo de su extensa trayectoria creativa, Antoni Clavé se acercó a distintas escuelas y tendencias. Si en los años cincuenta y sesenta desarrolla sus conocidas series de guerreros, reyes, reinas y caballeros con una fuerza cercana al expresionismo y un pie en el surrealismo, a finales de los años sesenta se adentra en la abstracción del informalismo. En los setenta y ochenta, un trabajo incansable y experimental con el collage y la incorporación de técnicas y nuevos elementos centrará su obra, que siempre conservará algún elemento figurativo. La Colección MACBA cuenta con obras de sus diferentes momentos creativos.

Las telas de Clavé son coloreadas y con un marcado gusto por la experimentación, tanto de técnicas como de formas y texturas. Clavé incorpora signos, círculos, relieves, goteos, letras, máscaras y papeles intervenidos. Desde 1975 se centra en la construcción de fondos que, a través de la técnica del trampantojo, simulan papeles doblados y superpuestos, como la obra de 1987, D’ara i d’abans. Sus piezas de los años ochenta se inscriben en estos parámetros, aunque también experimenta con el collage y con los papeles arrugados a los que aplica aerosol. Son sus papier froissé, una técnica a la que llegó por azar pero que supo convertir en un rasgo identificativo. Pese a tratarse de collages, eso no le impide jugar con la luz de un modo claramente pictórico. El crítico Daniel Giralt-Miracle calificaba el conjunto de la obra de Antoni Clavé como «una abstracción con referencias figurativas; una abstracción lírica».