Los cinco boloñeses que integran Wu Ming pertenecieron al núcleo histórico de aquellos que adoptaron el nombre múltiple Luther Blissett en 1994 para poner en práctica un proyecto de guerrilla comunicativa y sabotaje cultural (Luther Blissett. Pánico en las redes, Literatura Gris, w.altediciones.com/0022.htm), que dieron por acabado con la existosa novela Q (Mondadori, 1999). Blissett nos hizo entender que la cultura de masas es
rio central de conflicto en el capitalismo avanzado: una máquina productora de mitos colectivos a la espera de ser desviados o reconfigurados con fines subversivos.
La escritura nerviosa en tiempo real, trufada de discontinuidades y fragmentos, de Esta revolución no tiene rostro. Escritos sobre literatura, catástrofes, mitopoiesis (Acuarela Libros, 2003), ordena eficazmente textos dispersos que abarcan el ciclo de luchas globales que se desenvuelve desde el zapatismo al millón de personas que claman en Florencia contra la guerra en noviembre de 2002. Este libro demuestra la competencia de Wu Ming al comprender qué implica hoy políticamente la lección gramsciana sobre la lucha por la hegemonía en la cultura popular; y que el productor cultural no puede sino operar en conflicto de
nuevas fuerzas productivas y contradicciones sociales.