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Las cuatro instalaciones multimedia que el MACBA presentó en la exposición Off-Sónic tenían en común el hecho de dar prioridad al sonido generado gracias a la electricidad como parte esencial de su apuesta artística.

Carsten Höller entendía el sonido como composición musical; el colectivo Unidad Específica de Distribución (U.E.D.), como matema de estructuras comunicativas sociales; Bill Vorn, como expresión maquínica autónoma; y Tommi Grönlund & Petteri Nisunen, como elemento transformador de la percepción de la arquitectura.

Las cuatro propuestas coincidían en hacer visible al espectador la ingeniería o el dispositivo tecnológico que posibilitaba el sentido de las obras, dando así personalidad estética propia a las herramientas industriales utilizadas para producir imágenes, textos y sonidos.