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«[…]yo no quiero representar, sino manifestar o, al menos, colaborar en el acto de la aparición (...) De esta modo el que contempla se situaría en un estado equivalente al del artista en cada uno de los instantes de la visión», le confesaba Pablo Palazuelo (Madrid, 1915 – Galapagar, Madrid, 2007) a Santiago Amón en una entrevista de 1976.

La exposición retrospectiva que el MACBA dedicó al artista madrileño en 2007 fue una de las más completas que se habían llevado a cabo hasta la fecha, y una de las más ambiciosas en lo que se refiere a tesis de investigación. Rehuyendo las interpretaciones idealistas que tradicionalmente han vinculado la obra de Palazuelo a una abstracción de corte modernista y resonancias espirituales, la muestra, comisariada por Manuel Borja-Villel y Teresa Grandas, resaltaba el carácter racional y performativo de la misma, a la vez que ponía de manifiesto el interés de Palazuelo por la hibridación de las categorías artísticas. Palazuelo no inventa formas, sino que, tras un intenso proceso de investigación, descubre las ya existentes, las relaciona y da lugar a nuevas concepciones espaciales que solo el espectador podrá completar en el propio acto de la percepción.

En la exposición tuvieron un especial protagonismo los dibujos del artista, que dejan constancia del uso rítmico y dinámico de la línea, siempre a caballo entre el grafismo, la pintura, la escultura, la escritura y la notación musical.

Esta exposición es una de las más completas realizadas hasta el momento sobre la obra de Palazuelo. En ella se han presentado alrededor de 350 obras –algunas de las cuales no habían sido mostradas anteriormente al público–, que permiten realizar un completo recorrido por todos los periodos de su trayectoria artística, poniendo especial énfasis en las obras realizadas en los años cincuenta y sesenta.

Dado el carácter perfomativo de la obra de Palazuelo, en esta exposición se ha querido dar especial relevancia a sus dibujos y a aquellas obras en las que se refleja más claramente el proceso de trabajo del artista, estableciendo asimismo relaciones entre sus pinturas, sus esculturas y sus proyectos arquitectónicos. Para Palazuelo, el arte es ante todo una búsqueda, una indagación de nuevas formas y espacios, y ello queda claramente reflejado en esta muestra, en la que que se huye de toda interpretación "mística" y "pseudo-religiosa" de su obra.

Pablo Palazuelo (Madrid, 6 de octubre de 1916 - Galapagar, Madrid; 3 de octubre de 2007) es una de las figuras claves del arte español de la segunda mitad del siglo XX que, desafortunadamente, sigue sin gozar del reconocimiento internacional que su obra merecería. Las razones de este desconocimiento son varias. Por un lado, la situación todavía precaria de la historiografía contemporánea española; por el otro, una noción excesivamente lineal de la abstracción, que empieza con Cézanne y Picasso, continúa con el constructivismo, y llega finalmente hasta el minimalismo. Esta concepción ortodoxa del arte moderno ha hecho que otro tipo de prácticas y estéticas, que tenían que ver con lo simbólico, se hayan quedado parcialmente ignoradas. Palazuelo sería una de las figuras situadas en este contexto. Esta exposición pone el énfasis precisamente en los aspectos más ignorados de la obra de este artista.

La historiografía de los últimos treinta años ha circunscrito a Palazuelo en una abstracción de tipo idealista, muy vinculada a corrientes de espiritualidad, y a una concepción casi aurática del artista y de su obra. Si bien es cierto que se nutre de corrientes de pensamiento relacionadas con lo esotérico, con la cábala, con filosofías y procesos cognitivos no vinculados al pensamiento occidental, también lo es que las matemáticas, la física y el pensamiento científico son fundamentales en su trabajo. El desarrollo de la abstracción y el uso de la geometría en su obra están íntimamente ligados a un proceso racional y performativo, basado en el descubrimiento -no en la invención- de nuevas formas.

En el trabajo de Pablo Palazuelo se pueden diferenciar dos grandes momentos, marcados por su estancia en París (durante más de dos décadas) y por su regreso a España. El hecho de que se instalara en la capital francesa a finales de los años cuarenta, y que muy pronto se vinculara la Galería Maeght de esa ciudad, fue determinante en la proyección de su trabajo. A los pocos años de comenzar a pintar, la obra de Palazuelo estaba ya presente internacionalmente en exposiciones no sólo del arte español del momento, sino también en muestras temáticas que abordaban la abstracción desde diferentes perspectivas; también muy pronto su obra fue incorporada a colecciones de particulares y de museos europeos y americanos.

En España, en cambio, no fue hasta su regreso, ya a finales de los sesenta, cuando se empezó a conocer bien su trabajo; comenzó entonces un proceso de difuminación del panorama internacional, donde no se le sitúa de la forma que merece en el contexto del arte de la segunda mitad del siglo XX. Pero más allá de la mera "anécdota" del reconocimiento recibido, también es destacable la influencia de estos cambios en la factura de las piezas. El trazo inquieto, la manipulación constante del dibujo, de las pinturas, visible en la primera etapa, se hizo más distante a la vez que más refinado en los
años más recientes, en los que el proceso, el gesto, se distancian más del resultado final de la obra.

Comisario: Manuel J. Borja-Villel y Teresa Grandas
Organizada por: Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) y co-producida con el Museo Guggenheim de Bilbao

Artista

Pablo Palazuelo
Patrocinador de comunicación:
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Con el apoyo de:
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Itinerancias

15 DIC. 2006 - 18 FEB. 2007 Salas del museo
25 MAR. - 25 MAYO 2008 Pinacoteca Sao Paulo, Brasil
31 ENE. - 03 MAR. 2008 SEACEX, Bogotá
14 MAR. - 10 JUN. 2007 Museo Guggenheim Bilbao


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