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Esta presentación de la Colección MACBA propone una articulación histórica del arte de los últimos cincuenta años a través de más de ciento sesenta obras que ocupan la mayor parte de las tres plantas del edificio. Se incluyen obras no expuestas anteriormente, así como las últimas adquisiciones.
El primer ámbito arranca con la confrontación de los discursos que dominaron el debate artístico a partir de los años cincuenta, en el contexto de la crisis de valores que supone la posguerra europea. La Colección recoge estas múltiples respuestas a la época y sus conflictos, de la eclosión del informalismo pictórico europeo a los nouveaux réalistes y el cine neorrealista.

La ciudad devastada por la guerra que muestra Roberto Rossellini en la película Alemania, año cero (1947) refleja este imperativo ético de confrontar históricamente la realidad, lejos de la inocencia y la retórica. Desde este punto de vista, la imagen cinematográfica juega un papel relevante en la Colección, dado que en ese contexto se materializa la voluntad de superar la frontera entre testimonio y ficción narrativa, entre poética y política. Dentro del discurso de los nuevos cines de los sesenta cabe distinguir la tendencia documental, que refleja una nueva experiencia de la ciudad, determinada por la profunda transformación del espacio público que comporta la presencia de la arquitectura moderna, la transformación de los centros históricos y la aparición masiva de la publicidad. Esta experiencia urbana se refleja en el trabajo de Joan Colom, del que se proyecta una película de 8 mm realizada en 1960 en el Barrio Chino de Barcelona.

Pero también el cine es un territorio de experimentación vanguardista, como muestra la película de Samuel Beckett Film (1965), una profunda reflexión sobre la percepción visual que relaciona el trabajo literario del autor con su experiencia teatral, y que se vincula con las poéticas de la incomunicación propias del tardomodernismo de la Guerra Fría.

El arte de esta “segunda modernidad” adopta dos tendencias aparentemente contradictorias, vinculadas a la abstracción. Por un lado el informalismo, con artistas como Antoni Tàpies y Lucio Fontana. Dentro de esta tendencia aparecen artistas que reflejan subjetivamente la situación política española, como Antoni Saura y Manuel Millares, del grupo El Paso. Por otro lado, la abstracción como resultado de la búsqueda del equilibrio, el orden y la objetividad da lugar al arte concreto, cuyas dos figuras principales en España son Pablo Palazuelo y Jorge Oteiza.

A finales de este período los trabajos de artistas como Robert Rauschenberg y los nouveaux réalistes franceses, en particular Raymond Hains, interrumpen la homogeneidad abstracta del espacio pictórico al incorporar en él objetos reales que enfatizan las condiciones materiales de la obra en detrimento de lo ilusorio y representativo. Este gesto constituye un preludio del nuevo materialismo que caracterizará el arte en la década de los setenta, a partir del minimalismo y del arte pop, que inicia el segundo ámbito de la Colección.

La historiografía tradicional ha eludido las motivaciones ideológicas subyacentes al minimalismo, centrándose en cambio en problemáticas de estilo y forma. Sin embargo, artistas como Carl Andre reconsideran la relación tradicional entre el espectador y el objeto, favoreciendo una participación y una forma de interpelación directa. Este fue un elemento que desarrollaron también artistas como Richard Serra, Robert Ryman y, desde otras perspectivas, Keith Sonnier, Robert Smithson y Hans Haacke.

En el trabajo de Vito Acconci y Bruce Nauman es fundamental la dimensión performativa y el uso del cuerpo. La práctica de Acconci surge de la escritura poética, de la experimentación con las palabras; de ahí del uso de su propia voz. Nauman utiliza su cuerpo en escenificaciones de carácter grotesco que quedan registradas por medio del vídeo o la fotografía. Junto con Dan Graham, en cuya obra la práctica performativa conduce progresivamente a una práctica de carácter arquitectónico, estos artistas son pioneros en el uso del vídeo como medio artístico en los años setenta.

Düsseldorf fue una capital artística clave en esta década por la confluencia de un colectivo de artistas particularmente dinámico, que incluía entre otros a Robert Filliou, George Brecht, Dieter Roth y Marcel Broodthaers, y un marco institucional y privado capaz de canalizar las nuevas propuestas. Marcel Broodthaers, del que se muestran las películas Une seconde d’éternité (1970) y La pluie. Projet pour un texte (1969), reúne en su obra dos tradiciones esenciales del arte moderno, el ready-made de Duchamp y la imagen-retórica de Magritte, y centra su trabajo en el estudio del ámbito del museo, a partir de un rechazo al marco tradicional de la institución. Su trabajo subvierte la estabilidad de las categorías artísticas e interroga la naturaleza textual de la obra.

En España, el arte conceptual de mediados de los setenta mantuvo un rasgo característico de oposición política que correspondía al clima del final de la dictadura; ello se ejemplifica en el trabajo de los artistas del Grup de Treball, de los que se muestran obras de Francesc Torres, Francesc Abad, Angels Ribé, Fina Miralles y Muntadas.

En los años ochenta, Craig Owens articuló una teoría de la posmodernidad en torno al concepto de alegoría que apuntaba a un renovado interés por la imagen, que se materializó tanto en “la vuelta a la pintura” como en la crítica de la representación a través de la fotografía. Simultáneamente aparece el cuadro o tableau fotográfico, entendido como estrategia de la fotografía para ocupar los espacios arquitectónicos y culturales de la pintura. Aquí resultan significativos los trabajos de Jeff Wall, Craigie Horsfield, Suzanne Lafont y Jean-Marc Bustamante.

El tercer ámbito de la Colección tiene como precedente las películas de Jack Goldstein y las obras fotográficas de Hans-Peter Feldmann, que vinculan los postulados posconceptuales con una nueva generación de artistas de Los Ángeles como Mike Kelley, Tony Oursler y Raymond Pettibon, que tienen en común su interés por la cultura popular y su preocupación por los estereotipos mediáticos y el carácter ficticio de la representación fotográfica. La obra de los suizos Fischli y Weiss enlaza el interés por la cultura popular con la revisión de la percepción de lo cotidiano, como muestra el vídeo Büsy (Kitty) (2001).

Frente esta posición, encontramos artistas que reaccionan a la supuesta banalización de lo popular en obras intencionadamente herméticas. Son las obras de Ignasi Aballí, Pep Agut, Pep Durán y Jordi Colomer, que retoman referencias a mundos interiores y combinan elementos figurativos con los gestos y la materialidad de la tradición pictórica local. El contexto vasco creado a lo largo de la última década en torno a la figura de Txomin Badiola es un caso significativo de la rearticulación de varios elementos: la tradición del formalismo moderno, en este caso a través de la obra de Oteiza; elementos de la cultura popular, en particular de los estilos musicales; y la incorporación de alusiones al contexto político del País Vasco. Ejemplos de ello son Txomin Badiola, con Será mejor que cambies (para mejor) (1996); Jon Mikel Euba, que utiliza la imagen para construir narrativas ambiguas, escenificaciones de incidentes o situaciones misteriosas; y Sergio Prego, que en la obra Tetsuo (Bound to Fail) (1998) se presenta a sí mismo flotando en el paisaje urbano de la zona industrial de Bilbao.