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La exposición Artificial. Figuraciones contemporáneas reunió obras de veinte artistas que, desde posiciones dispares, abordaban las relaciones entre la expresión artística y los objetos comunes de la realidad cotidiana, así como el poder de seducción que estos ejercen sobre nosotros. En todas ellas se evidenciaba la voluntad de empañar las diferencias entre representación y realidad, sin renunciar por ello a la construcción de imágenes y objetos fácilmente identificables como «algo» concreto del mundo que nos rodea.

Con este proyecto, el Museo invitaba a reflexionar sobre la definición del arte actual y su condición inevitable de ficción. Se pretendía asimismo estimular el diálogo en torno al papel de los iconos populares, la importancia del consumo y el repertorio de estereotipos que determina nuestra percepción de lo real en la sociedad contemporánea.

La muestra se abría con una sección histórica que incluía obras realizadas, entre 1965 y 1978, por John Baldessari, Duane Hanson o Gerhard Richter, entre otros. En la segunda sección, la más extensa, se presentaban obras de artistas pertenecientes a una generación que, en la mayoría de los casos, había alcanzado la madurez de su discurso en los quince años precedentes. Se trataba de creadores como Maurizio Cattelan, Katharina Fritsch, Félix González Torres o Thomas Ruff. La exposición finalizaba con la instalación fílmica A Sense of the End (1996), de Mark Lewis, y con el proyecto Simo (1997), de Jordi Colomer.

Desde posiciones dispares, las obras de los veinte artistas invitados, realizadas durante los treinta últimos años, abordan las relaciones entre expresión artística y los objetos comunes de la realidad cotidiana, así como el poder de seducción que ostentan entre nosotros. El común denominador entre sus respectivas estrategias advierte de una intención compartida: tratar de empañar la diferencia entre representación y realidad sin por ello renunciar a la construcción de imágenes y objetos perfectamente acabados y fácilmente identificables como "algo" concreto del mundo que nos rodea.
Con este proyecto el museo invita a reflexionar sobre la definición del arte actual, su condición inevitable de ficción y la capacidad que demuestra para contribuir al incremento de nuestro conocimiento de las cosas que nos parecen relevantes o anecdóticas según el punto de vista. Con ARTIFICIAL. Figuraciones contemporáneas se quiere estimular el diálogo en torno al papel de los iconos populares en la sociedad contemporánea, a la importancia del consumo en la misma o al repertorio de estereotipos que gobierna la percepción que tenemos de lo real.
En la sección histórica se muestran una serie de obras realizadas a partir de 1965 por artistas que, valiéndose de los procedimientos convencionales de la pintura, han utilizado la técnica fotográfica para confeccionar cuadros y esculturas con entidad artística de marcada impronta objetiva: su interés es fabricar artificios ilusionistas y evitar, en ocasiones, la representación y el uso de un lenguaje simbólico.
El historiador E.H.Gombrich ya lo anunció: "pintar es una polémica activa con el mundo y así, el artista antes verá lo que pinta que pintará lo que ve". Pero lo que vemos y lo que experimentamos se convierte, cada vez más en un mero encuadre de un mundo nuevo, construido gracias a la fotografía, el cine o el ordenador. Un buen ejemplo de ello es la obra de los artistas incluidos en la sección actual de la exposición. La manipulación del status de objeto común, de la función documental de la misma fotografía o del cine tiene un papel central en su obra, la cual, en casi todos los casos, ha adquirido la madurez discursiva en los últimos quince años.
La fricción entre lo que se muestra en la exposición (medicamentos, caramelos, objetos decorativos, imágenes religiosas, un coche, una mesa, una película…) y lo que proponen los artistas con estos objetos e imágenes intensifica paradójicamente el sentimiento de desconfianza e inseguridad ante lo que se ve. En una sociedad saturada de imágenes y textos sometidos constatemente al descrédito, estas figuraciones contemporáneas parecen un escenario e la vacuidad y del fracaso, un teatro de dulces apariencias que invita abiertamente a experimentar críticamente las cínicas trampas de lo que es cotidiana.

Comisario: José Lebrero Stals