Lo común, crisis y subjetividad Grupo de lectura del texto "Declaration" de Hardt y Negri

Un planteamiento clave de Declaration es la idea de la crisis como fábrica de producción de subjetividades "sometidas". En este sentido, se entiende que la pobreza se ha instalado entre los endeudados, mediatizados, representados y securitizados. Hay un bloqueo de la capacidad de actuar en común en un contexto marcado por la soledad, la fragmentación, la culpa, el control social, la deuda y un sistema (pseudo)democrático, con un bipartidismo altamente corrupto y parasitario.

La Declaration es de 2011, año en el que los endeudados, mediatizados, securitizados y representados del mundo se levantaron en varias insurrecciones que sirvieron para declarar la obsolescencia de los regímenes dictatoriales y de los sistemas democráticos que rigen la actual fase del capitalismo financiero. El deseo de democracia constituye al mismo tiempo la base común y las formas expresivas de Occupy, el 15M y las revueltas árabes, alzamientos movilizados por un claro y preciso "no nos representan", que se declina de forma diferente según el contexto. Todos estos movimientos se oponen a una suerte de Antiguo Régimen –democrático solo en apariencia– gobernado por las fuerzas de lo que se ha venido a llamar "el 1%" o "dictadura financiera".

El libro consta de tres partes y un epílogo. La primera parte, "Figuras subjetivas de la crisis", define la crisis como una fábrica de producción de subjetividad de la que emergen los grupos sometidos ya citados. De alguna manera, las insurrecciones ponen sobre la mesa el desacato colectivo ante el robo de la fuerza social que la hiperfragmentación y las reglas del actual contexto histórico tratan de bloquear. Ante la subjetividad sometida, las resistencias creativas activan el reto de transformar la deuda en vínculo, la representación en autoorganización, la mediatización en producción de verdad descentralizada y la securitización esto es, la vigilancia y represión extremas, en formas de contralegislación, protección y gestión del espacio público desde abajo. En este sentido, el contexto del Estado español es particularmente rico en ejemplos.

La segunda parte, "Rebelión contra la crisis", trata de imaginar las instituciones de lo común a partir de luchas que han tenido lugar, en algunos casos, antes del 15M y, a partir de debates intelectuales que se centran en la necesidad de integrar y permitir la participación vinculante de los ciudadanos en la toma de decisiones. El agua, la educación y los bancos podrían ser pensados como bienes cuya propiedad residiera en la población y no en el Estado. Ello conllevaría una gestión en la que, para conservar el agua, acceder a todos los niveles educativos y planificar la distribución de la riqueza, habría que contar con la inteligencia colectiva. Una creciente indefinición entre lo público y lo privado ha comportado nuevos prototipos de instituciones de lo común que cabe encontrar, por ejemplo, en los debates y las prácticas de las mareas ciudadanas de educación y sanidad, así como en otra miríada de grupos sociales que a nivel global se están replanteando el modelo democrático.

El tercer capítulo, "Construir el común", aborda la idea de las revueltas de 2011 como prefiguración de un poder constituyente articulador de nuevas funciones legislativas, ejecutivas y judiciales de la colectividad. Salvo en los casos en los que sea estrictamente necesario mantenerlo, prescindir del marco estatal parece ser un horizonte posible en un plazo no determinado, sin que el libro llegue a proponer estrategias, tácticas o mejoras a las múltiples formas de organización política nacidas en 2011. Declaration introduce una serie de preguntas: ¿Cómo debe funcionar la producción normativa en un contexto en el que se manda obedeciendo?, ¿cómo se pueden obtener planificaciones participadas en todos los aspectos relativos a la democracia, a la riqueza y a la sostenibilidad?, ¿quién ha de interpretar en última instancia la Constitución?, ¿cómo ha de funcionar un sistema judicial verdaderamente democrático?

Finalmente, el epílogo, "Lo que viene es el acontecimiento comunero", arroja luz sobre la figura del comunero o comunera. Así como el panadero hace pan, la tejedora teje o el cultivador cultiva, el comunero o comunera "comuniza", es decir, trabaja para lo común (y no solamente trabaja). Además de repensar la democracia, en los términos expuestos hasta este punto, "comunizar" también consiste en prepararse para un acontecimiento inesperado. En cualquier momento, debido a la fuerza destituyente de los movimientos o a un fallo de un sistema con tendencias suicidas, la coyuntura puede ofrecer posibilidades para una transformación sistémica que ya se está gestando y que se puede acelerar.