La paciencia es una aliada, la paciencia es la llama que mantiene viva la masa. La paciencia es el ingrediente imprescindible para hacer unas sopas deliciosas, unas conservas bien curadas o unos estofados suculentos. Pero ahora sentimos además la necesidad de combinar la paciencia con la acción y la organización social y familiar, sea biológica o no, vecinal, de barrio y glocal. 

El espíritu, la emergencia y la paciencia conviven en nuestro chat. Compartimos enlaces, lecturas lentas e iniciativas de solidaridad y acción inmediata relacionadas con la alimentación que nos conectan con temas que trabajamos en las últimas sesiones, como por ejemplo la agroecología, la ganadería extensiva, el veganismo popular y los ecofeminismos. 

En La Cocina, a través del grupo de trabajo y de las especialistas invitadas, hemos desarrollado un discurso crítico respecto de la agroindustria y que intentamos poner en práctica. Aun así, convivimos con las contradicciones y tenemos más preguntas que certezas, lo que, en cualquier caso, no nos impide el encuentro. Sabemos que no todas las personas ni todos los comercios de nuestros barrios tendrán el privilegio y las condiciones para apoyar a los pequeños productores y productoras, pero sabemos que, si se dificulta el transporte de alimentos de larga distancia, dependeremos más que nunca de la producción y las redes de distribución local, que tendremos que cuidar. Quizá sea una mejora en muchos sentidos. 

Apostamos por la agroecología y por la proximidad. Por eso esta semana compartimos una receta de sopa de tomillo y un listado de productoras, productores, payesas y payeses que podéis consultar en https://arrandeterra.org/abastiment/.

Sopa de tomillo

La sopa de tomillo la cocinamos el pasado noviembre en la Fiesta de la Sopa, organizada por el Servei Civil Internacional de Catalunya en el marco del Festival de Cultura Raval(s), en la que la organización social, la paciencia y el hervor de las sopas no solo convivieron, sino que fueron imprescindibles. 

En aquel momento escogimos esta receta porque era económica, sencilla, aromática, de proximidad y antibiótica, y ahora la recuperamos porque vemos la importancia de las plantas medicinales y de este tipo de recetas, las clásicas, las que tienen la capacidad de adaptarse, de curar y de resistir en el tiempo. Ahora bien, eso no quiere decir que lo clásico no sea «inhackeable». Elogiamos el tomillo porque ponemos los cuidados en el centro y porque podemos apreciar su aroma cada día a través de algunas ventanas, balcones y terrazas mientras aplaudimos a los y las que cuidan. ¡Cuidémonos!

Procedimiento:

Sofreímos la cebolla en aceite de oliva directamente en la olla y añadimos el pan desmigado. Removemos y agregamos el agua. Dejamos hervir durante 5 minutos aproximadamente y añadimos sal y un poco más de aceite de oliva. Seguimos removiendo hasta que se deshaga el pan; añadimos los ajos rotos con la piel, y dejamos hervir unos 20 minutos.
Incorporamos las ramitas de tomillo y dejamos hervir hasta que el aroma impregne la cocina. 

El ajo es antibiótico y milagroso; el tomillo, estimulante, antiséptico y favorece la circulación y la digestión. 

Preparad infusiones de tomillo, encontrad vuestras propias formas de hacer sopa, aprovechando sobras, con o sin cebolla, con tomate si es de temporada, con o sin pan. Inventad, preguntad, compartid… Hervidla más o menos tiempo, añadid o quitad ajos o ramas de hierbas, agregad al final pimienta o menta si tenéis, y disfrutad de los sonidos y del calor del hervor.