La cocina
Foto: Lili Marsans

Durante unos meses llamábamos a La Cocina una cocina sin cocina. La Cocina no era una cocina, empezamos de cero, no había nada en ese espacio. Antes de la primera sesión compramos algunos utensilios en tiendas de segunda mano del barrio y trajimos otros de casa para compartirlos. En las primeras sesiones todo se cocinó en frío y con el mínimo de utensilios. Poco después decidimos comprar una licuadora y una batidora de vaso. Las podríamos haber reciclado y/o reparado participando en una restart party* o pedirlas prestadas a algún vecino a través de Lendi, pero siempre hay que asumir cierto grado de contradicción y convivir con él. También decidimos comprar un mortero artesano del Empordà de cerámica tradicional y, más adelante, Guillem que forma parte del grupo de La Cocina, nos regaló una batidora que le sobraba. Los primeros días, el hecho de entrar en La Cocina y bebernos un zumo de fruta y verdura de temporada ¡nos daba la vida!

Poco a poco, con la constancia y la ilusión que conducen a los pequeños grandes cambios, conseguimos un frigorífico. Decidimos limitar las compras, reciclar y reutilizar todo lo posible, y comprar solo lo imprescindible en los pequeños comercios del barrio. Por eso colgamos una hoja con una lista de todo lo que necesitábamos, así cualquiera podía consultarla y traer de casa lo que le sobrara. Aunque éramos conscientes de que para cocinar solo necesitábamos las manos, nos planteamos hacer algún taller de cortes de piedra de sílex, como en la prehistoria (las piedras de sílex se pueden afilar para cortar muy fino), pero tenemos siempre tantas ideas y somos tantas, que muchas se quedan en intenciones y las aplazamos para poder avanzar hacia otras iniciativas. Pensamos en hacer sopa de piedras, técnica también prehistórica; en pedir prestada la cocina solar de la Fàbrica del Sol de la Barceloneta; fantaseamos con la idea de construir un vivero de gusanos, la proteína del futuro, una máquina de espirulina y un horno solar en una maceta de un árbol del patio que hay frente al espacio de La Cocina.

La cocina
Foto: Lili Marsans

Más adelante decidimos crear nuestros boles y tazas de cerámica. Mariona, que forma parte del grupo desde el inicio, nos impartió un taller de cerámica. Todas con las manos en la masa, haciendo churros de barro y decorando nuestras propias creaciones, conseguimos cocerlas en el horno de la Escola Massana, donde Mariona estudia arte y diseño.

Cuando en La Cocina ya disponíamos de una cantidad importante de menaje, Martí, que también forma parte del grupo de La Cocina, nos contó que su madre, ilustradora, hacía gyotakus, así que decidimos diseñar unos manteles colectivos.

El gyotaku es una técnica japonesa de estampación con peces impregnados en tinta. Acordamos ir al mercado y pedir pescado de descarte o que estuviese a punto de pasarse o de tirarse. Nos costó mucho conseguirlo porque las pescaderías nunca admiten que su pescado no está en buen estado, fresco, fresco. Solo pudimos conseguir pescado descartado a través de contactos y relaciones elaboradas a largo plazo, es decir, de confianza. Finalmente, compramos a buen precio algunas piezas que las pescaderías no habían logrado vender a los clientes.

Pedimos que cada persona trajera un trapo de algodón blanco, un pañuelo, un delantal, un trozo de tela, cualquier tela que no utilizase. Con estas piezas resucitadas y estampadas con pescado hicimos unos manteles colectivos que cosimos con la ayuda de las cantoras del Casal de Gent Gran de la Barceloneta en una sesión de disfrute comunal dedicada a coser y cantar.


El colectivo Makea tu vida recuerda así la experiencia: Taller “La Cocina en construcción

Del 8 al 12 de julio de 2019 estuvimos trabajando en el MACBA proyectando y construyendo colectivamente los equipamientos básicos para el proyecto de La Cocina.

La materia prima del taller eran diferentes materiales recuperados del punto limpio de Montcada i Reixac, como estructuras metálicas, tablones de maderas de diferentes embalajes, recipientes plásticos y estructuras de contenedores IBC de 1000 litros.

También contamos con un grupo de participantes integrado por personas que pertenecen a la comunidad generada alrededor del proyecto de La Cocina, así como estudiantes de escuelas de diseño y arquitectura de Barcelona.

Durante las diferentes sesiones, trabajamos las distintas fases de proyección, el estudio de las necesidades y las posibilidades constructivas que nos ofrecían los materiales recuperados.

Como resultados objetuales del taller generamos una familia de módulos móviles realizados a partir de los depósitos IBC, que permiten la reconfiguración del espacio y se adaptan a las múltiples situaciones de uso que tienen lugar en el espacio de La Cocina. La principal actividad de La Cocina es reflexionar sobre nuestras maneras de habitar, a través de la cocina, y compartir, pero también esta familia de módulos se adapta muy bien a cierto tipo de presentaciones, trabajos o talleres colectivos.

La cuina
La cuina
La cuina
La cuina
La cuina
La cuina
La cuina
La cuina

"ESQUEIXADA" DE GUARDIAS CIVILES

Las “esqueixades” se elaboran habitualmente con bacalao, pero este pescado está en peligro de extinción, así que decidimos sustituirlo por otro pescado seco, salado, económico y de proximidad, los arenques.

Antiguamente, los arenques se conocían como guardias civiles porque se vendían del mismo modo en que estos patrullaban: por parejas.

La “esqueixada” de arenque fue una de las primeras recetas que preparamos recuperando la forma de pelarlos con la técnica de la puerta, que consiste en envolverlo bien en papel de periódico como si fuera un bocadillo, ponerlo en el marco de una puerta y cerrarla. La presión hace que, cuando se desenvuelve, la piel salga con mucha facilidad.

Ya desde el comienzo, fue prioritario jugar con productos de proximidad, con la tradición y hackear ingredientes que no tienen sentido en el aquí y el ahora. El arenque es, para muchas personas, sinónimo de hambruna, pobreza y posguerra; para nosotras fue un placer recuperarlo.