Agua de frutas. La Cocina
Agua de frutas de proximidad

Esta semana, La Cocina, pendiente de los rebrotes y de la intensificación de la COVID, el racismo y la relación que establecemos con la alimentación, comparte las reflexiones de una de nuestras compañeras, Adrianna Quena, agricultora urbana y artista de origen venezolano y miembra del colectivo Semillas del Pueblo y del grupo de investigación sobre raza y alimento Semillas con Memoria.

La pandemia está siendo una experiencia compartida, pero claramente diferenciada. Mientras algunas personas han aprovechado para bajar el ritmo, simplificar rutinas y compartir una extraordinaria intimidad con lxs suyxs, otras han estado trabajando más que nunca para que los vegetales sigan llegando a las ciudades del Estado español. Para que el alimento llegase a nuestras cocinas durante el confinamiento, cientos de miles de agricultorxs (jornalerxs, temporerxs, empleadxs agrarios, con o sin papeles) han trabajado sin cesar y durante meses, en turnos frecuentes de 11 horas y, en ocasiones, los 7 días de la semana. Este año el relevo no llegó, una temporada se juntó con otra, y así tenemos a gente que se ha dejado el lomo semana tras semana, para producir su sustento familiar y para que nosotrxs podamos seguir disfrutando de uno de los placeres mediterráneos icónicos: la fruta fresca. La mitad de estxs agricultorxs proviene de otras regiones del planeta. Vienen a hacer la temporada y luego regresan a cuidar de sus familias y a ser cuidadxs por sus familias. Vienen a currar por presión económica, en condiciones de trabajo que muchxs consideraríamos inaceptables, pero a cambio de salarios que, en otros contextos, pagan las cuentas. 
 
Este año no han podido volver, debido a las limitaciones de movilidad impuestas por la pandemia. La temporada ha terminado y, a pesar de tanta fruta cosechada, aquí no hay quien lxs cuide. Algunxs de ellxs están durmiendo en la calle y otrxs en albergues precarios. Hay temporerxs en cuarentena que en estos momentos no tienen quien lxs arrime un plato de comida. Si su trabajo ha permitido que comamos durante la primera fase del confinamiento, ¿por qué no estamos cuidando de ellxs durante esta segunda fase?

¿Qué tal si comenzamos, al menos, por asumir nuestro canibalismo? Si el placer de nuestra fruta se sostiene en el miedo y el hambre de otrx ¿podemos asumir que, básicamente, nos lx estamos comiendo? Esto no es una excepción ni un error del sistema. Es solo que la pandemia lo hace todo más evidente. Esta injusticia social y climática es condición estructurante del sistema agroalimentario racista y colonial que sigue vigente y que rige las dinámicas que prevalecen en nuestros platos. Sin esta dinámica, no podríamos producir de esta forma intensiva y compulsiva, ni consumir de forma tan evasiva. Y la evidencia máxima es que, ahora mismo, muchos medios se encargan de culpabilizar a lxs temporerxs del rebrote. No se detienen a pensar en cuáles son las condiciones de vida de estxs trabajadorxs, sino que rápidamente se lxs acusa de falta de higiene y sentido común. La falta de higiene (y de sentido común) de quien emplea a cientos de personas, dándoles acceso a una sola manguera, nos es menos virulenta. Esta hipocresía es caníbal. Se come a unxs para producir felicidad y salud para otrxs.

Pero esto no tiene por qué ser así. La fruta con justicia y el alimento con memoria son posibles. Las recetas e historias del colectivo venezolano Sabores de la Memoria Afro recuerdan lo que el canibalismo no ha logrado devorar. Y esta campaña de Fruita amb Justícia alerta sobre un rebrote mucho más letal que la COVID: el racismo y su cadena de irresponsabilidades. 
 
https://www.instagram.com/saboresdelamemoriaafro/        

https://fruitaambjusticia.wordpress.com/
 
Os invitamos a preparar agua de fruta desde estos dos lugares, desde la memoria y desde la justicia, y a decidir desde ahí cómo podemos poner el cuerpo y las energías para hacer de nuestra mesa un lugar menos racista y evasivo, y de nuestra alimentación, un acto creativo a escala sensorial y también política.

AGUA DE FRUTAS, receta de aprovechamiento

Aprovechad cualquier piel de fruta que vaya a ser desperdiciada y dadle vida para aromatizar y saborear vuestras refrescantes aguas de verano. También podéis secarla y aprovecharla en infusión.

Mezclad las pieles de fruta de aprovechamiento –cantidades al gusto– en una botella, un vaso, un recipiente de cristal o una jarra de agua. Cuanto más tiempo dejéis las pieles en agua, más intenso será el sabor del refresco; aguantan entre 2 y 3 días en el frigorífico, aproximadamente, pero lo mejor es que observéis su color, aroma y gusto para saber cuándo ya no está buena.

Tened en cuenta que algunas pieles de fruta contienen muchas vitaminas, pero si no son ecológicas también acumulan pesticidas y fertilizantes.

¡Salud!