Antonia Baehr, Latifa Laâbissi y Nadia Lauro, Consul y Meshie Idiorritmias
Los monos y, especialmente, los simios, son considerados animales “casi humanos”. Este “casi” los ha convertido en una superficie para proyectar eso que otros humanos consideran humano. A principios del siglo XX, Consul y Meshie, dos chimpancés, vivieron como humanos, con humanos, y, según parece, se consideraban a sí mismos humanos. Antonia Baehr y Latifa Laâbissi han asumido sus identidades simiescas, pero no buscan la corrección histórica. Peludos, promiscuos, impertinentes y bastante sinvergüenzas, estos dos monos humanos ocupan la instalación de Nadia Lauro, que se sitúa en zonas tranquilas de museos y teatros, y no en el escenario. A partir de dos asientos de coche con interiores peludos que vierten y se dispersan por el espacio, “Consul Baehr” y “Meshie Laâbissi” pasan cinco horas interaccionando; durante este rato, los espectadores pueden entrar y salir cuando quieran.
La performance tiene una duración de 3:30 h, durante las cuales se permitirá la entrada y salida del público mostrando la entrada.
Un humano es un mono para los seres humanos. O bien dos figuras humanas juegan a ser monos que juegan a ser humanos para los humanos. Pierden el control y lo recuperan, domesticándose mutuamente. Descubren con entusiasmo habilidades y cosas que no deben hacer. Duermen y caen en una abyecta apatía, explotan en cascadas de consignas proclamadas en discursos populistas. Canibalizan determinadas posturas, bailes simbólicos, bordan eslóganes. Consul y Meshie representan figuras híbridas que revisan la violencia de las asignaciones y siembran el caos en las categorías de naturaleza versus cultura, el hombre versus la mujer y el yo versus los demás.
Concepción y performance: Latifa Laâbissi y Antonia Baehr.
Instalación visual: Nadia Lauro.
Figuras: Antonia Baehr, Latifa Laâbissi y Nadia Lauro.
Diseño de sonido e iluminación: Carola Caggiano.
Administración: Alexandra Wellensiek / make up productions and Fanny Virelizier / Figure Project.
Diseño del juego “French Theory Memory”: Hilà Lahav.
Agradecimientos: Vinciane Despret, Donna Haraway, Les Laboratoires d’Aubervilliers, Melanie Poppe, Rayna Rapp, Constanze Schellow, Emilia y Kathrin Schlosser, Mia Sellmann, el equipo de HAU Hebbel am Ufer, Jean-Yves y Danielle Auvray.
Una coproducción de Figure Project / make up productions y HAU Hebbel am Ufer (Berlín), Le Magasin des horizons (Grenoble), CCN2 - Centre choréographique national de Grenoble, Xing / Live Arts Week VII (Boloña). Financiada por Hauptstadtkulturfonds y la Administración del Senado de Berlín por la Cultura y Europa.
Latifa Laâbissi. A partir de la combinación de géneros y la redefinición de formatos, las creaciones de Latifa Laâbissi llevan al escenario varios elementos externos, canalizando múltiples figuras y voces. La puesta en escena de estas voces y del rostro como vehículo de estados minoritarios entronca con las partes bailadas de la obra en Self portrait camouflage (2006) y Loredreamsong (2010). En la línea de su estudio temático de los archivos, creó Écran somnambule y La part du rite (2012), basadas en la danza alemana de los años veinte. En Pourvu qu’on ait l’ivresse (2016), en colaboración con la escenógrafa Nadia Lauro, creó visiones, paisajes e imágenes que combinan el exceso, la monstruosidad, la belleza, el azar, la comedia y el miedo. Desde 2011, Latifa Laâbissi es directora artística del programa y festival artístico y pedagógico Extension Sauvage en la Bretaña rural. En 2016, Editions Les Laboratoires d’Aubervilliers y Les presses du réel publicaron una monografía sobre el conjunto de su obra. Hasta 2019, Latifa Laâbissi fue artista asociada al CCN2 – Centre chorégraphique national de Grenoble y a Le Triangle – Cité de la danse à Rennes.
Antonia Baehr. Más allá de los elementos coreográficos, a Antonia Baehr le interesan las reglas y las leyes que una sociedad (y, en concreto, el espacio de un teatro) asigna a los cuerpos para que sean reconocibles y comprensibles. Es intérprete, cineasta y artista visual, y, como coreógrafa, se inspira en la ficción cotidiana y en el teatro, trabajando al límite de aquello que nos define como seres humanos, situándonos en posiciones cruciales a través de un voluptuoso balancín. Se interesa por la contraposición entre humanos y animales, pero también por los elementos del espacio de representación. En su obra interacciona, entre otros, con Neo Hülcker, Pauline Boudry y Renate Lorenz, Andrea Neumann, Latifa Laâbissi, William Wheeler y Valérie Castan, y con otras personas interesadas por el cambio de roles: en cada proyecto, el artista es alternativamente el anfitrión o el invitado. Baehr es también la productora del susurrador de caballos y bailarín Werner Hirsch, del músico y coreógrafo Henri Fleur, del compositor Henry Wilt y del compositor revelación de música contemporánea (y su exmarido) Henry Wilde.
Nadia Lauro ha desarrollado su obra en múltiples contextos (espacios teatrales, paisajismo, museos). Es creadora de escenografías, ambientes e instalaciones visuales que animan al público a ver las cosas y a vivir en comunidad de una forma distinta. Ha colaborado con numerosos coreógrafos y artistas performativos, entre ellos, Vera Mantero, Barbara Kraus, Latifa Laâbissi, Fanny de Chaillé, Alain Buffard, Antonija Livingstone, Jonathan Capdevielle y Jennifer Lacey, con quien ha creado conjuntamente varios proyectos. Esta colaboración fue el tema de un libro publicado por Les presses du réel: Jennifer Lacey & Nadia Lauro, Dispositifs chorégraphiques, de Alexandra Baudelot. Nadia Lauro ha diseñado las escenografías y las “figuras” para obras de Latifa Laâbissi a lo largo de más de una década, y en 2016 ambas fueron coautoras de la obra Pourvu qu’on ait l’ivresse. Otras creaciones suyas son la serie de instalaciones/performances Tu montes, As Atletas y I hear voices, y ha diseñado ambientes que han sido recreados en varias localizaciones (museos, vestíbulos teatrales, galerías, parques) en Europa, Japón y Corea del Sur.
Idiorritmias es un programa de performances, laboratorio y lenguaje que se despliega a partir del concepto de Roland Barthes de "idiorritmia", un modo de reivindicar una convivencia que no fuese enajenante ante la expansión del capitalismo. Desde la experiencia de la performance y la danza, André Lepecki recupera ese concepto de "idiorritmia" para describir el momento del encuentro con el otro, un acontecimiento en el que coinciden la poética, la política, el arte y la ética para hacer posible una vida que merezca la pena ser vivida.

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