Doris Salcedo nació en Bogotá (Colombia) en 1958, lugar donde vive y trabaja. El carácter de resistencia de su obra y la situación de violencia y de censura que se vive en su país le han impedido disfrutar de un reconocimiento público que sí tiene a nivel internacional. Ejemplo de arte comprometido, su escultura recupera y da visibilidad a los procesos de violencia social, de exclusión, de muerte y de silencio producidos en Colombia y en otros contextos. Sin ánimo de mostrar o convertir la violencia en espectáculo, sus instalaciones, cualificadas como “escultura social“, pretenden restituir la dignidad de las víctimas. Sus obras recogen casos de personas reales con las que convive durante un tiempo para poder hablar en su nombre: “No reformulo la experiencia de la víctima sino que la ensamblo mediante mis obras en una presencia eterna” (Salcedo, 2006). Salcedo trabaja habitualmente con objetos cotidianos, a veces recupera muebles de casas devastadas, ropa de personas desaparecidas u otros objetos personales que somete a un proceso de catarsis para recuperar la memoria de las víctimas y universalizar el dolor.

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