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Ciclo de cine

El cineasta británico Peter Watkins (Norbiton, Reino Unido, 1935) es objeto de una retrospectiva que revisa su contribución a la cinematografía contemporánea y, en particular, su condición de pionero del docudrama y del falso documental. Activo desde los años cincuenta hasta fines de los noventa en el cine y la televisión, Watkins ha mostrado una preocupación constante por repensar el papel del público y para liberarlo de las estructuras autoritarias de lo que él denomina «monoforma», es decir, el suprasistema que forman los medios en torno a la realidad social. Esta preocupación se ha concretado en recreaciones de hechos históricos protagonizadas por actores no profesionales, en transposiciones del estilo visual del periodismo televisivo que descubren el carácter mítico de su supuesta objetividad o en ficciones futuristas –investigaciones estilísticas que pretenden siempre suscitar la implicación del público en asuntos cruciales para el futuro de la humanidad, como la guerra, la libertad de conciencia o la persistencia de las desigualdades sociales–. Así, la preocupación pedagógica es central en su trayectoria, ya sea en proyectos pensados específicamente para su uso en las aulas –como los episodios de The Journey (1983-1985)–, ya sea en la concepción del proceso de rodaje como experiencia de aprendizaje colectivo –por ejemplo, en el caso de The Freethinker (1992-1994)– o en su lucha para convertir las proyecciones de sus películas en ocasiones para el debate público. En última instancia, Peter Watkins quiere subvertir el papel del cine i la televisión como garantes del orden establecido, convirtiéndolos en instrumentos de rebelión.

El ciclo ha sido comisariado por el artista lituano Deimantas Narkevicius, que ya entrevistó a Watkins para su pieza The Role of a Lifetime (2003), integrada en la Colección MACBA e incluida en la última presentación de la Colección, Tiempo como materia (2009).

Tuve mucha suerte de conocer y conversar con Peter Watkins, uno de los cineastas más brillantes de todos los tiempos (y no exagero). Es un director que, por lo menos en mi opinión, alteró la propia concepción del arte del cine, del cine entendido –inevitablemente– como cierta actividad social. Un cine creado de forma colectiva por individuos comprometidos y sensibilizados que son conscientes de la motivación política de su obra.

El cine de Peter Watkins está lleno de objetivos humanistas. Como director, aborda las acciones de las personas –no necesariamente profesionales– en todas las fases de creación de una película; al liberar su creatividad, inspira un cambio en sus conciencias mientras se mantiene enfáticamente subjetivo. Esta recurrencia constante del proceso creativo no puede dejar indiferente al observador que contempla lo que consigue el director, y el modo en que lo consigue, en cada una de sus películas, siempre de formas distintas.

Deimantas Narkevicius

El blog "Peter Watkins en el MACBA" (http://blogs.macba.cat/peterwatkins) pretende ofrecer un espacio para comentar las películas incluidas en este ciclo y recoge algunos textos escritos o actualizados por el propio cineasta. El objetivo es recoger su invitación a fomentar la participación del público en un tipo de actividades (las proyecciones de cine) que se desarrollan normalmente en silencio, pero no deberían desembocar en él.

Con el apoyo de:
Maumau
Rodaje de "La Commune" de Peter Watkins, 2001

Programa

Miércoles, del 14 abril al 9 junio, a las 19 h

MIÉRCOLES 14 DE ABRIL, A LAS 19 h

Privilege (Privilegio), 1966, 1 h 30 min
Se trata de la única obra narrativa de Watkins, con elementos de documental de rock y de falso documental. El cantante Steven Shorter tiene un éxito que no puede compararse con el de ninguna estrella del mundo del pop que haya existido jamás: los jóvenes le consideran el modelo a seguir, el Reino Unido se ha llenado de locales de ocio bautizados con el nombre de «Steven Dream Palace» y una gigantesca corporación gestiona su marca. El protagonista alcanza la apoteosis con su actuación en el Teatro de la Crueldad, que provoca una experiencia catártica entre el público; todo ello no es más que un intento del gobierno de canalizar la agresividad de los jóvenes para evitar que llegue a la calle en forma de contestación política. Tras comprar a la opinión pública con la imagen de Steven el rebelde, los poderosos intentan utilizar su «conversión» para lograr que las masas recuperen la fe y el conformismo con las normas sociales: «¡Nos conformaremos!».

Watkins crea una alegoría cinematográfica satírica e hiperbólica sobre los medios, la cultura pop y el consumismo como instrumentos del gobierno para mercantilizar y controlar la oposición a la guerra y otros movimientos de protesta. Sorprende constatar que el director convenció a los personajes emblemáticos del Londres más moderno de la década de 1960 –la modelo Jean Shrimpton y el cantante Paul Jones– para que protagonizasen un film tan sumamente crítico, con lo que subvirtieron su propia imagen. El público y la crítica de la época consideraron demasiado mordaz la mezcla de teatralidad, sátira y provocación de la película.

MIÉRCOLES 21 DE ABRIL, A LAS 19 h

The Diary of an Unknown Soldier (Dietario de un soldado anónimo), 1959, 17 min
Con la presencia del comisario del ciclo, Deimantas Narkevicius
En su cortometraje amateur The Diary of an Unknown Soldier, Peter Watkins utilizó por primera vez el estilo cinematográfico característico que seguiría desarrollando durante toda su carrera. La obra refleja les vivencias psicológicas de un joven soldado que espera su primera (y última) batalla. La falta de presupuesto impidió rodar con sonido directo, por lo que las imágenes mudas se acompañan de una voz en off, perteneciente al propio autor del corto, que lee un texto del dietario del soldado. Destacan los primeros planos que dirigen la mirada del observador a los ojos del protagonista, mientras la cámara, que se mueve libremente, reproduce de un modo sumamente convincente la sensación de estar atrapado en el caos del combate. Esas son las características que, con el tiempo, se convertirían en los rasgos estilísticos de Watkins.

Culloden, 1964, 1 h 15 min
Es el primer largometraje de Peter Watkins, y también la primera película de la historia del cine que representa un hecho histórico con el estilo de un reportaje informativo de televisión. La obra recrea la batalla de Culloden de 1746 entre el ejército de los jacobitas, formado por escoceses de las Highlands que apoyaban al príncipe Carlos Eduardo Estuardo en su reivindicación del trono británico, y otro mucho más numeroso que apoyaba al rey Jorge II y estaba formado por protestantes de las Lowlands escocesas y varios clanes de las Highlands. El ejército jacobita, hambriento, agotado, destrozado por los conflictos internos y mal dirigido, fue derrotado en una hora, y los vencedores iniciaron una cruel represión: una purga de las Highlands que destruyó la cultura de los clanes gaélicos.

Con el lenguaje de los reportajes de televisión, Watkins establece paralelismos entre la batalla de Culloden y la guerra de Estados Unidos en Vietnam. El estilo vivo de la cobertura de noticias, conseguido con una cámara dinámica que reacciona ante los acontecimientos, convierte el pasado lejano en algo contemporáneo, como si las imágenes se estuvieran retransmitiendo en directo desde el lugar de los hechos. El género de la entrevista, utilizado también en la película, permite que no solo los comandantes de ambos ejércitos, sino también los simples soldados expresen sus puntos de vista, motivaciones, temores y estados de salud. A partir de esta película, las entrevistas pasaron a ser uno de los elementos más importantes de las obras de Watkins. Los actores amateurs comparten una relación emotiva con los acontecimientos filmados, ya que la mayoría son descendientes directos de los habitantes de las Highlands que fueron exterminados; puede decirse, pues, que están representando su propia historia.

MIÉRCOLES 28 DE ABRIL, A LAS 19 h

The Freethinker (El librepensador), 1992-1994, 4 h 30 min
Tras varios intentos infructuosos de obtener financiación para una película sobre el dramaturgo sueco August Strindberg, The Freethinker se reveló como un proyecto pedagógico y artístico excepcional. Peter Watkins produjo la película durante dos años, junto con 24 estudiantes que recopilaron material, sugirieron escenas, dirigieron, filmaron, montaron, diseñaron el vestuario y también gestionaron la producción y la financiación.

La historia de la infancia traumática y marcada per la pobreza, los fracasos matrimoniales, la falta de reconocimiento profesional y la vejez solitaria del famoso dramaturgo se construye en forma de collage de varias capas. La narración alterna cuatro líneas cronológicas principales e incorpora un gran número de métodos cinematográficos distintos: fotografía de archivo, textos escritos, relación de ciertos datos de la biografía de Strindberg con los acontecimientos históricos de la vida política y social de Suecia, entrevistas de estilo documental y dramatización de episodios de la vida del dramaturgo, lectura de correspondencia, diálogos de las obras teatrales de Strindberg y debates con el público de la película. Esta diversidad de formas en una misma obra cinematográfica es muy poco frecuente. No se explica solo la historia de August Strindberg, sino también la de la creación de la propia película; y no se habla solo del destino de los personajes, sino también de los actores amateurs que los interpretan, quienes muestran su propio punto de vista en los debates.

MIÉRCOLES 5 DE MAYO, A LAS 19 h

The Forgotten Faces (Los rostros olvidados), 1960, 18 min
En esta obra amateur, Peter Watkins recrea episodios de la Revolución húngara de 1956 y sigue profundizando en los métodos que ya había utilizado en The Diary of an Unknown Soldier. Como declara el propio director, estudió gran cantidad de imágenes fotográficas de este acontecimiento histórico, y es posible que eso influyera en los numerosos ejemplos de personajes que miran directamente a la lente de la cámara, aspecto que más adelante se convertiría en uno de los elementos más memorables del lenguaje cinematográfico de Watkins. De ese modo, se infringe una convención tradicional del cine: la ficción de que los autores no ven la cámara. Paradójicamente, es precisamente la reacción de los personajes ante la cámara lo que subraya el acto de rodar y destruye la ilusión del film como realidad intacta, que produce la impresión de que la naturaleza de los hechos es auténtica, documental. La cámara sufre vaivenes en los momentos de violencia y la imagen se desenfoca y adquiere una estética parecida a la de los reportajes de los informativos de televisión. Este tipo de estética tendría un papel destacado en las obras posteriores de Watkins.

The War Game (Juego de guerra), 1965, 47 min
Esta película pertenece a la categoría de documentales imaginarios de Peter Watkins, que representan el posible curso de los acontecimientos en un futuro próximo. Para preparar un film sobre la guerra nuclear y sus consecuencias, el cineasta entrevistó a médicos y científicos, y estudió la información de libre acceso sobre la cuestión, además de documentos y relatos sobre los bombardeos de Hiroshima, Nagasaki, Hamburgo, Dresde y Darmstadt. La película muestra la preparación para el ataque nuclear, la evacuación masiva, la explosión devastadora, el sufrimiento inconcebible de las personas afectadas por la explosión y por los efectos de la radiación, y la desintegración social más absoluta. Junto con imágenes impactantes de gran realismo, el film presenta entrevistas con transeúntes, que demuestran que la sociedad no es consciente de las posibles consecuencias de un ataque nuclear, y con altos cargos, cuyos argumentos a favor del armamento nuclear constituyen un contrapunto desconcertante de las espantosas imágenes de la guerra. La crítica explícita a la política gubernamental y a los medios, además de la crueldad de las escenas, hizo que la BBC, que había encargado la obra en un primer momento, prohibiera inmediatamente su retransmisión en televisión, proscripción que duró veinte años. Sin embargo, cuando se autorizó a proyectar la película en salas de cine, obtuvo varios premios, entre los que destaca el Oscar al mejor documental. También ejerció una importante influencia en la Campaña para el Desarme Nuclear.

MIÉRCOLES 12 DE MAYO, A LAS 19 h

La Commune (Paris, 1871), 1999, 3 h 30 min
La última película de Peter Watkins es una recreación de seis horas de duración (que se proyecta en versión reducida adaptada al cine) de la historia de la Comuna de París. A raíz de la derrota del ejército de Napoleón III en la guerra contra Prusia, el pueblo sufre los estragos de la guerra y la falta generalizada de trabajo. La sociedad se fragmenta, un grupo de comuneros consigue el poder y funda la Comuna de París. El nuevo gobierno sigue las ideas marxistas y promueve la separación entre Iglesia y Estado, un sistema educativo laico, ayudas económicas para las mujeres solteras, formación profesional para todas las mujeres, etc. Pero la camarilla de Versalles reúne un ejército de trescientos mil soldados e inicia una semana sangrienta, durante la que son asesinados entre veinte mil y treinta mil hombres, mujeres y niños de París.

Esta obra tardía perfecciona los principales métodos y objetivos cinematográficos del director: hechos históricos recreados con el estilo de los reportajes informativos de televisión, colaboración con actores amateurs que se identifican realmente con los puntos de vista expresados por los personajes que interpretan y los complementan con cuestiones contemporáneas, la creación cinematográfica entendida como proceso abierto que implica a todos los que forman parte de él, la posibilidad de que el público participe en la distribución de la información y en debates sociales, y un ejemplo cinematográfico de activismo político que estimula la identificación activa con una determinada postura en lugar de la observación pasiva. No solo los actores de la película, sino también los espectadores se enfrentan a una pregunta: «¿Irías tú a las barricadas de 1871?».

MIÉRCOLES 26 DE MAYO, A LAS 19 h

Edvard Munch, 1973, 2 h 52 min
Según el director, se trata de su obra más personal (y, podría añadirse, más emotiva). En la narración de la vida del pintor noruego Edvard Munch, se destacan varias líneas principales: su familia, perseguida por la enfermedad y la muerte; su amor imposible por una mujer casada; su búsqueda creativa, que lo condujo a los orígenes del expresionismo; y sus vínculos con el grupo anticonvencional de los «bohemios de Cristianía», que aspiraba a transformar la sociedad burguesa cristiana y promovía el amor libre, la libertad creativa y los derechos de las mujeres, entre otros ideales progresistas. Las escenas dolorosas de la muerte de los familiares del artista y las escenas de momentos románticos, que se repiten incesantemente en el film, además del marcado contraste entre ellas, provocan una tensión extrema y aportan al conjunto de la obra un intenso trasfondo emocional. El film se caracteriza por el montaje impresionista, que construye los fotogramas con varias capas; por ejemplo, la imagen y el sonido pueden explicar historias absolutamente diferentes al mismo tiempo y transmitir sentimientos opuestos. Da la impresión de que Munch es quien menos habla en la película: la mayor parte del tiempo, se limita a mirarnos fijamente en silencio.

MIÉRCOLES 2 DE JUNIO, A LAS 19 h

The Journey – Rësan (El viaje), 1983-1985, proyección de los dos primeros episodios, aprox. 2 h
Este film pacifista de 14 horas y media de duración, rodado en Estados Unidos, Canadá, Noruega, Escocia, Francia, Alemania Occidental, Mozambique, Japón, Australia, Tahití, México y la Unión Soviética, es la obra más extensa y ambiciosa de Peter Watkins. El cineasta entrevistó a familias y comunidades de varios países para averiguar qué sabían sobre el armamento nuclear de su propio país y del mundo en general y sobre las consecuencias de una guerra nuclear. Además de las amplias entrevistas, el film presenta un análisis desconstruccionista de los medios de comunicación contemporáneos y abundante información sobre el armamento mundial, el gasto militar, la ecología, los movimientos pacifistas, las diferencias entre ricos y pobres, y la manera en que los Estados condicionan a sus ciudadanos para demonizar al supuesto «enemigo». Se trata de la única obra de Watkins que puede considerarse un documental puro. Resulta evidente que la obra está dominada por el activismo político y las inquietudes educativas de su director, que dejan en segundo plano las cuestiones formales cinematográficas. Watkins quería que The Journey pudiera utilizarse como recurso educativo, por lo que dividió la película en fragmentos de 45 minutos; cada uno concluye con una pregunta que puede servir de punto de partida para el debate. Además, elaboró una guía educativa que complementa el documental.

Miércoles 9 de junio, a las 19 h

Punishment Park (Parque de castigo), 1970, 1 h 30 min
Algunos críticos cinematográficos consideran que esta película es la obra más provocadora de Watkins, ya que la crítica al gobierno supera en dureza incluso a la de The War Game o The Journey. El film relata los acontecimientos ficticios que podrían resultar de la aprobación, en los Estados Unidos, de la Ley McCarran de 1950, que permitiría al gobierno federal detener a cualquier individuo sospechoso de constituir una amenaza para la seguridad nacional. Estamos en 1970, la guerra de Vietnam no se ha terminado aún y el presidente Nixon declara el estado de emergencia. En el desierto de California, un tribunal civil juzga a los detenidos, estudiantes en su mayoría, que defienden con pasión ideas como el pacifismo o la igualdad social, o bien se les acusa sencillamente de falta de lealtad civil. Pueden elegir entre largas penas de cárcel o probar suerte e intentar sobrevivir en el Punishment Park, un espacio de castigo donde deben recorrer 85 kilómetros de desierto rocoso y abrasador, sin agua ni comida, perseguidos por policías que tienen armas y vehículos, y que se lo toman como un pasatiempo y unas prácticas de tiro.

Esta ficción política se rodó en un lenguaje de cinema vérité tan convincente que un observador que no leyese la nota de advertencia de la película podría llegar a pensar que todo aquello sucedió de verdad. Aunque la sesión inaugural indignó al público de Estados Unidos, el paso de las décadas ha puesto de manifiesto que, en parte, la película presagió las políticas secretas de la Casa Blanca. Watkins pretende que los espectadores se pregunten dónde comienza y dónde termina la realidad, qué sabemos y qué ignoramos sobre lo que sucede realmente, y qué cariz pueden tomar los acontecimientos si seguimos siendo observadores pasivos y apolíticos de la vida (y de los medios).

Fotos cortesía de Corinna Paltrinieri

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