Si vais a Montjuïc, frente a la fuente luminosa, encontraréis el Pabellón Mies van der Rohe, proyectado por este arquitecto y la diseñadora de la Bauhaus, Lilly Reich. Un edificio emblema del racionalismo arquitectónico internacional que pivota en torno a una pared interior de mármol de ónice dorado procedente de las montañas del Atlas. Si vais al MACBA, a la exposición de Colección, encontraréis una réplica de este muro, a escala real y con las mismas tonalidades, hecha de material plástico. Es un hinchable. Lo firma Lúa Coderch, una artista que decidió hacer visibles algunas de las imposturas sobre las que se construyen las ciudades modernas. En este caso, Barcelona y Montjuïc, su montaña mágica. Ninguno de los dos muros es el originario y los dos son una réplica. ¿Cuál es el secreto de todo ello? Os diremos que la primera vez que Coderch presentó su Estilo Internacional (Muro de Ónice) fue en la Fundació Miró de Barcelona en 2014 en el contexto de la exposición La montaña mágica. Un título que homenajea a la gran novela sobre el tiempo de Thomas Mann. ¿Qué hace Thomas Mann en Montjuïc? ¿Qué nos dice toda esa historia?

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