La literalidad geográfica no siempre es necesaria para evocar la idea de viaje, como demuestran los trabajos de artistas como Nigel Henderson y Guillermo Kuitca. Ambos exploran plásticamente la noción de espacio físico y territorial para acabar configurando nuevas geografías imaginarias. Mientras el primero, que había servido como piloto en la Segunda Guerra Mundial, construye un mapa inventado de deltas y archipiélagos en base a fotografías aéreas intervenidas pictóricamente; el segundo, nieto de rusos judíos emigrados a Argentina, recupera el pasado reciente de Europa reproduciendo las calles y plazas de ciudades como Odessa, Praga o Zúrich. Si la cartografía pintada de Henderson convoca esta vivencia contemporánea que consiste en observar la tierra desde el aire, las plazas y calles de Kuitca atestiguan exilios históricos y momentos de dolor familiar y colectivo. Uno y otro, se sitúan en este cruce entre geografía y vida, memoria y territorio.

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