Situado en el Passeig de Colom, en un extremo del Port Vell de Barcelona, Roy Lichtenstein quiso rendir un homenaje a la ciudad y a su arquitecto más universal, Antoni Gaudí. Desde sus 14 metros de altura y su paleta blanca, roja, azul, amarilla y negra, Barcelona Head [Cabeza de Barcelona] condensa bien el estilo de este artista norteamericano que, a partir de los años ochenta, traslada a las tres dimensiones el lenguaje visual del cómic. La obra, que fue un encargo del Ayuntamiento de la ciudad con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992, forma parte de una serie de trabajos que él mismo artista designa como “brushstrokes” o “pinceladas” y que él plantea como un “homenaje tridimensional en la pintura”. En el caso de Barcelona, Lichtenstein traza unas gruesas pestañas y unos labios sensuales y los sitúa encima de un fondo moteado que evoca, claramente, el “trencadís” gaudiniano.