Cuando, en los años ochenta, Francesc Torres llegó a Berlín para realizar una estancia, se estaba recuperando un conjunto de esculturas prusianas que habían flanqueado la avenida de la Victoria, situada en el Tiergarten, este emblemático parque del centro de la ciudad. Las había mandado esculpir el káiser Wilhem II y más adelante, el nazismo las había incorporado a su escenografía imperial. Los aliados las retiraron y, aunque se tenían que enterrar con el resto de los escombros de la ciudad, un conservador de arte estatal tuvo cuidado de que se enterraran cerca del castillo de Bellevue, residencia del presidente federal de Alemania, esperando que un día fuesen recuperadas. Hoy se encuentran expuestas en la Ciudadela de Spandau. Un documento histórico que Francesc Torres convierte en una crítica a cómo la guerra ha acabado contaminando mentalidades, hábitos y dinámicas sociales. Partiendo de este conjunto escultórico y del origen macabra de deportes como el fútbol, ​​procedente del ritual celta de disputar a patadas las cabezas de los enemigos muertos, Torres nos invita a transitar entre dos hileras de cascos militares y deportivos. Una nueva avenida de la Victoria donde valores como competitividad, honor y rivalidad presiden tanto la guerra como el deporte.

OBRAS EN LA COLECCIÓN DE FRANCESC TORRES

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