Ruedas de bicicleta, cucharas, sellos de goma, tenazas o cerillas. Cuando la Barcelona olímpica le encargó una obra para la ciudad, el artista sueco y uno de los pioneros del pop Claes Oldenburg optó por una caja de cerillas cuando este objeto tan básico formaba parte de la vida cotidiana.

Situada delante del Pabellón de la República, en el Valle de Hebrón, en el cruce entre la avenida del Cardenal Vidal y Barraquer y la calle del Padre Mariana, la escultura de metacrilato pintado ya forma parte del imaginario público de Barcelona. Proyectada conjuntamente con la crítica de arte y restauradora holandesa, y pareja del artista, Coosje van Bruggen, optaron por sobredimensionar un elemento tan pequeño como una caja de cerillas para ocupar la vía pública. Cinco cerillas con el bastón de color amarillo y la cabeza inflamable de color rojo se doblan dinámicamente en distintas direcciones. En su punto más alto, 22 metros de altura, uno de los fósforos quema con una llama azul. Algunas cerillas, como si hubieran sido arrancadas de la base, han sido esparcidas por el suelo. En esta obra, de cuyas maquetas dos forman parte de la Colección MACBA, Oldenburg mantiene la línea de trabajo que le identifica: interpelar, desde el arte, objetos de consumo básicos. Como explica el artista: “La vista frontal de las Cerillas recuerda la fachada de la catedral de la Sagrada Familia de Antoni Gaudí, mientras que la base recuerda los fundamentos de la escultura Chicago Picasso.”

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