Las fronteras entre países a menudo han sido fuente de conflictos, y más aún cuando a un lado las personas tienen casa, trabajan y comen bien; pero en el otro no hay trabajo y a las familias les faltan los bienes básicos. Es lo que pasa entre los Estados Unidos y México, una larga frontera situada en un desierto. La artista belga Chantal Akerman pensó que si grababa una película que contara quiénes son y cómo son los que viven a un lado y a otro de la frontera, las cosas podrían empezar a cambiar. Por esta razón, después de filmar la película, instaló una gran pantalla junto a la línea que separa los dos países, cerca de los pueblos de Agua Prieta y Douglas. De noche, los habitantes de un pueblo y del otro podían ver la película y sobre todo, darse cuenta que, aunque fueran diferentes, compartían un mismo paisaje: el desierto. Quizás no eran tan distintos. Le puso por título Una voz en el desierto.

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