El cineasta Aleksandr Sokurov vivió la infancia y juventud siguiendo los destinos de su padre, un oficial del ejército soviético, entre Polonia y Turkmenistán. Una vivencia que ha incorporado en obras clave de su filmografía como Voces espirituales. De los diarios de guerra, compuesta como un alegato antibelicista. En 1994, el director acompañó durante unos días a los soldados rusos a un puesto fronterizo entre Tayikistán y Afganistán. El resultado fue una meditación fílmica o una película de larga duración –más de 5 horas– sobre la guerra y la necesidad de las culturas de la paz. Un diario registrado en el campo de batalla que muestra momentos cotidianos como las comidas, la limpieza o el hecho de escribir cartas, pero también el esfuerzo físico y la desolación mental. La fotografía de paisaje y la música de Mozart, Messiaen y Beethoven no suavizan el miedo en los rostros de los soldados, un miedo que contiene el miedo a todas las guerras.

 

DESCUBRE LA EXPOSICIÓN