Monument. Lladres de filferro, 2012

Alfarero de profesión y alejado de los circuitos del arte, Josep Pujiula fue construyendo y destruyendo un parque de esculturas de gran formato y piezas muy personales con materiales como cuerdas, trapos, hierros y troncos en el bosque de Can Sis Rals. Eran construcciones efímeras, a medio camino entre la escultura y la arquitectura, como cabañas, atalayas, escaleras, pasillos laberínticos, torres de objetos y otros artilugios volumétricos. Juan Antonio Ramírez incorporó el trabajo de este artista outsider a su influyente ensayo de 2006 Escultecturas margivagantes: la arquitectura fantástica en España.

Partiendo de las construcciones de Pujiula y con la intención de pervertir el uso habitual del espacio del museo, Mitjà construye un laboratorio expositivo con tres ámbitos diferenciados. Los dos primeros corresponden a un espacio central, con una gran tarima de madera y objetos sobre la misma, y un pequeño espacio de almacenamiento de materiales en bruto. Un muro de ladrillos separa ambos ámbitos. Mientras que el lado del muro que da a la tarima está bien acabado, el lado opuesto, el que da al espacio de almacenamiento, presenta todavía restos de hormigón y los ladrillos están colocados de modo desigual, formando salientes y huecos como pequeños estantes. Esta parte «sucia» del muro remite a las burdas construcciones de algunas granjas del Empordà, espacio de trabajo y de vida del artista. Mitjà sitúa aquí los materiales procedentes del bosque de Argelaguer y de otros lugares. Finalmente, el tercer ámbito corresponde a los laterales de la sala, pensados como un taller que se ve pero al que no se puede acceder, ya que unos troncos cierran el paso.

En esta escenografía de múltiples elementos, destaca la gruesa tarima de madera tosca que invita al público a transitar por ella, como sugiere el pequeño escalón situado en uno de los laterales. Sobre la madera, Mitjà ha emplazado un bosque de esculturas que evoca las piezas de Pujiula en el bosque de Argelaguer: sillas, un asiento de tractor, el esqueleto de un fusil, maderas de las cabañas de Argelaguer, unas botas, una báscula romana o un busto de «el Berruga», el cabezudo más popular de Figueres, entre otros.

Cuando se presentó por primera vez la instalación, en el marco del ciclo Perplexitat organizado en el Espai 13 de la Fundació Joan Miró de Barcelona en 2012, el artista iba trabajando in situ. Sin especificar qué días, el público que visitaba el Espai 13 se lo encontraba trabajando en ese pequeño espacio entre el muro y las paredes de la sala, manipulando los materiales en bruto. El hallazgo generaba sorpresa y cierta complicidad: los visitantes preguntaban y entraban en diálogo con el artista mientras este seguía trabajando en su obra. Mientras duró la presentación de la instalación, Mitjà iba cambiando los objetos dispuestos en la tarima.
Evocando el modo de trabajar del artista del bosque de Can Sis Rals, Mitjà elabora su instalación con materiales marginales y de desecho, algunos de ellos del propio bosque de Can Sis Rals y otros procedentes de puntos geográficos significativos para el artista como las ruinas del Club Méditerranée en el Cap de Creus o las obras del AVE a su paso por Figueres. La obra incorpora también un vídeo documental con imágenes de las esculturas arbóreas de Josep Pujiula. El propio Mitjà explica la contraposición entre alta cultura y cultura popular que contiene la instalación:

«Hacía años que conocía el trabajo de Pujiula y estaba absolutamente fascinado por cómo aprovechaba los materiales, como construía con el hormigón sobrante de las obras de la variante todo aquel conjunto de fuentes y de conducciones del agua que desemboca allí y que constituye la razón de ser de aquel conjunto en Argelaguer. En este sentido, yo hice traerme el agua hasta el Espai 13 de la Fundació Miró y puse un grifo en un lateral del falso muro. Así podía lavarme las manos o utilizar agua para hacer cualquier construcción.

» Otra de las influencias para este proyecto es la cultura popular, así como la escultura más pobre que se ha hecho en Cataluña durante el siglo XX. Yo defiendo que el arte en nuestro país siempre ha sentido predilección por esas creaciones populares y pobres, de ahí el cabezudo de Figueres, las piezas de hormigón o los mosaicos de cerámica... Por citar solo algunos ejemplos.

» Ese conjunto que generé se inspira en la manera desacomplejada de crear de los artistas outsider y también de los artesanos anónimos que construyen objetos, arquitecturas o artefactos, y que no pertenecen a la esfera del arte y el diseño. Así pues, quería establecer una separación muy clara entre la alta cultura y la cultura popular, como señalé de forma muy gráfica con una pieza del conjunto: una chimenea Capilla de José Antonio Coderch de Sentmenat, realizada a mi medida, con leña ya dispuesta para quemar del bosque de Can Sis Rals de Argelaguer. La alta cultura dispuesta a quemar la cultura popular.»

Jordi Mitjà, 2019