Pasillo Munich, 2001

Viajero infatigable y con estudio en Berlín y Barcelona, Chema Alvargonzález centró parte de su trabajo en la noción de viaje en su sentido más amplio. Le interesaba como desplazamiento físico, pero también en el sentido metafórico y de desplazamiento interior, y también la memoria como viaje. En su producción conceptual y multimedia, utilizó la luz y la palabra como medios de investigación formal. Este es el contexto en el que hay que situar su serie de maletas.
Entre los años noventa y primeros dos mil, construyó una serie de maletas planteadas como cajas de luz que documentan escenarios de viaje y desplazamiento. Se trata de viejas maletas abiertas donde sitúa una fotografía luminosa en un lado y en el otro un espejo que duplica la imagen. Las imágenes son fotografías de varios escenarios urbanos (Barcelona, Nueva York, Berlín, Múnich...) y también de espacios naturales. En el caso de Passadís Munic (2001), de la Colección MACBA, se trata de un pasillo urbano de la ciudad de Múnich. Como si fueran cajas de recuerdos o almacenes de la memoria (el elemento deformante de los espejos parece evocarlo directamente), esos equipajes hablan del tiempo pasado pero también del nomadismo, un efecto característico de la vida metropolitana moderna. Algunas maletas operan como un caleidoscopio creando espacios ilusorios, otras tienen un efecto duplicatorio, como Passadís Munic. En más de una ocasión, el artista se ha referido a la maleta, el viaje y el avión como elementos que aluden a la continua transformación humana, tanto en lo físico como al nomadismo de las ideas. Un nomadismo que, en manos del artista, configura un nuevo mapa imaginario lleno de caminos duplicados y fantasiosas imágenes.