Soledad Sevilla se formó en Bellas Artes en los años sesenta en la Universidad de Barcelona y seguidamente en el seminario de Generación Automática de Formas Plásticas del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid. Ya en los ochenta realizó una estancia en la Universidad de Harvard en Boston, Estados Unidos. Situada inicialmente en la llamada abstracción racional, la geometría y el trabajo con la luz unifican su propuesta plástica, que empezó siendo pictórica y que, en los años ochenta, fue incorporando progresivamente instalaciones e intervenciones en el espacio. Su pintura utiliza la frialdad de la retícula como una base en la que se despliegan tramas y exploraciones modulares, pese a que más adelante se reviste de cierto lirismo y expresividad. Hacia finales de los noventa la retícula desaparece de su pintura, aunque se mantiene una idea de geometría, de muro y de espacio a través del mundo vegetal. En cuanto a sus instalaciones, en ellas la luz es un elemento central, a menudo tratada de manera geométrica. Sevilla ha intervenido espacios patrimoniales como el Castillo de Vélez Blanco de Almería o algunos patios de la Alhambra de Granada, y también ha realizado indagaciones formales sobre cuadros y autores icónico de la historia del arte como Velázquez y Rubens.

Con una larga trayectoria expositiva, destacan las muestras retrospectivas presentadas en el Centro José Guerrero de Granada (2015), la Galería Marlborough de Barcelona (2017), el Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada (2018) y el Centro Cultural Bancaja de Valencia (2019). Su obra se encuentra en colecciones como la del Museo Reina Sofía y la Fundación Juan March de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, Artium de Vitoria-Gasteiz y el MACBA de Barcelona, entre muchas otras.

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