Nacido en Las Palmas en 1926 y fallecido en Madrid en 1972, Manolo Millares contribuyó a renovar la creación artística en el contexto de la España franquista de los años cincuenta y sesenta. Impulsó varios grupos de renovación, como el LADAC (Los arqueros del arte contemporáneo) en 1950 en Las Palmas y el más conocido El Paso, en 1957 en Madrid, junto con Antonio Saura y Pablo Serrano, entre otros artistas. Su obra vivió una primera etapa hasta 1955, con un lenguaje cercano al surrealismo y a las raíces de la cultura aborigen de Canarias, y una segunda marcada por la plena adscripción al informalismo.
Millares introdujo la arpillera de saco como tela, que desgarraba, cosía o pegaba; y otros materiales como arena, piedras o madera, bañados en pintura. El negro, el blanco y el rojo fueron sus colores de trabajo. Con un torturado lenguaje gestual y obras en las que incorporaba frenéticas escrituras inventadas, a lo largo de los años fue experimentando una acusada depuración de elementos hasta llegar, ya en los sesenta, a lo que él mismo denominó la «victoria del blanco». Defensor del trabajo de artistas como Antoni Tàpies o Modest Cuixart, su pintura estuvo siempre guiada por una búsqueda matérica unida a la gestualidad del proceso creativo.
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