Zoe Leonard empezó a fotografiar su entorno inmediato, la ciudad de Nueva York, en los años setenta, cuando todavía era muy joven. Le interesaba lo que veía día a día, como escaparates, museos y tiendas, pero también los mapas y modelos anatómicos. Desde entonces, entiende y practica la fotografía como un modo de documentar la sociedad moderna y denunciar sus paradojas. Así, por ejemplo, se vale de fotografías de comercios de Nueva York y de otras grandes ciudades para mostrar los efectos de la globalización. Pero Leonard también vivió un tiempo sola en Alaska, donde se dedicó a fotografiar la relación –no siempre pacífica– entre naturaleza y civilización. A nivel formal, rechaza las convenciones habituales de la producción fotográfica, que ella entiende como una documentación real de la vida y el mundo. Trabaja con imágenes durante mucho tiempo, siempre en blanco y negro; las reproduce en distintos tamaños y soportes, jamás las retoca y acepta los accidentes que puedan ocurrir durante el proceso de revelado. Además de la fotografía, ha trabajado en otras disciplinas como el vídeo, el cine y el teatro, y ha realizado objetos escultóricos con materiales cotidianos. En sus obras, Leonard toma un partido activo por causas vinculadas con el feminismo y el activismo social, infundiendo una potente dimensión social e ideológica a sus imágenes de lo cotidiano.

Pese a exponer desde finales de los setenta, su trabajo logró difusión internacional cuando fue incluido en la Documenta IX, de 1992, y en especial, en la Documenta XII, en 2007. En 2008 llevó a cabo una exposición en la Hispanic Society de Nueva York, auspiciada por la Dia Art Foundation. Desde entonces ha expuesto por todo el mundo, en destacados espacios de Nueva York, Gante, Colonia, San Francisco, Kassel, México DF, Los Ángeles, Seúl, Múnich, París, Tokio, Viena, Jerusalén y Sídney, entre otros.

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