William Kentridge, descendiente de lituanos y alemanes judíos, nació en 1955 en Johannesburgo, ciudad donde vive y trabaja. Creador polifacético, combina la crítica política con el lenguaje poético. Asimismo ha alternado la práctica del dibujo y el grabado con incursiones en el mundo del cine y el teatro, donde ha trabajado como actor, guionista y director. Su obra tiene presente el contexto sudafricano del apartheid y, de hecho, él mismo ha reconocido ser un artista comprometido social y políticamente. Pero su trabajo también nos habla sobre la naturaleza de las relaciones humanas y la memoria, sobre la relación entre el deseo, la ética y la responsabilidad. Una obra que a menudo se imbuye de elementos oníricos y líricos, así como de ciertos toques de comedia.

El sentimiento de pertenencia a una cierta periferia cultural de Europa y, por lo tanto, de distancia geográfica respecto al centro, se traduce en una imaginaría visual de objetos que representan una cierta distancia histórica. Así, la ropa, los teléfonos, las máquinas de escribir y otros elementos que aparecen en sus dibujos animados evocan el mundo colonial de principios del siglo XX. Muy conocido por sus películas de animación basadas en dibujos borrados, su trabajo también incluye dibujos a carboncillo sobre papel, grabados al aguafuerte, libros, collages, esculturas y prácticas performáticas.

Desde 1979 su obra se ha venido exponiendo en diversos museos. Ha participado en múltiples certámenes internacionales: las bienales de Venecia (1993, 1999 y 2005) de Sydney (1996, 1997 y 2008), de São Paulo (1998), de La Habana (1997), de Estambul (1995) y la Documenta de Kassel en Alemania (1997, 2002 y 2012) son algunos de ellos. Una gran retrospectiva de su trabajo pudo verse durante tres años en una itinerancia que arrancó en el San Francisco Museum of Modern Art de California en 2009. El MACBA le dedicó una exposición en 1999.

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