María Teresa Hincapié nació en Armenia, Colombia, y murió a los 54 años tras una larga enfermedad. Artista performativa, fue una figura clave en el desarrollo de la performance durante las décadas de 1980 y 1990. Inicialmente formada en teatro como miembro del grupo Acto Latino e influenciada por las ideas de Jerzy Grotowski (1933-1999) y el horizonte experimental que este director de teatro polaco había abierto en torno al concepto de «teatro pobre», Hincapié se interesó por una dramaturgia limpia, simple y austera. A finales de los ochenta, su práctica viró definitivamente hacia la performance de larga duración, explorando acciones que, a causa de su abordaje experimental, marcaron un momento seminal en la génesis de las prácticas artísticas contemporáneas en Colombia. Convivió con artistas como Doris Salcedo, José Alejandro Restrepo, Álvaro Restrepo y Mapa Teatro, entre muchos otros de la escena del arte contemporáneo de Colombia.

La exploración inicial de la vida cotidiana y la transformación de las acciones rutinarias en actos simbólicos crearon una metodología para sus performances en la que el mundo del arte impregnaba todos los aspectos de su existencia, al tiempo que funcionaba como punto de convergencia para su creatividad, su ética y su política. En 1990 Hincapié obtuvo el primer premio del XXXIII Salón Nacional de Artistas de Colombia con su performance de larga duración Una cosa es una cosa; era la primera vez que el premio se concedía a una obra efímera y no objetual. En 1996 volvió a recibir esta distinción por Divina Proporción, en la que permaneció varios días viviendo en el espacio expositivo mientras plantaba y hacía crecer la hierba sobre el suelo de hormigón. Desde el principio, su práctica comprendió performances de larga aliento en las que la importancia de lo efímero y el carácter cambiante del objeto eran determinantes.

En 1995 comenzó su ambicioso proyecto Hacia lo sagrado caminando de Bogotá a San Agustín en un viaje que duró veintiún días; en el transcurso del mismo, combinó acciones de supervivencia con la naturaleza simbólica y ritual del pensamiento mítico, que, a partir de ese momento, se convirtió en el núcleo fundamental de su poética. En adelante, Hincapié dedicó su obra a esa búsqueda de «lo sagrado» a través de acciones absolutamente esenciales. Según la artista, eso le permitía establecer una relación más íntima con la vida misma: comer, ayunar, observar, plantar y –quizá más importante aún– caminar.

Participó en exposiciones internacionales como The Body of Art, la 1ª Bienal de Valencia (2001); Always a Little Further, 51 Bienal de Venecia (2005); y la 27 Bienal de São Paulo (2006), entre otras.

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