Rosemarie Castoro (Nueva York, 1939-2015) vivió y trabajó en Nueva York, en un momento en el que el minimalismo y el conceptualismo formaban parte de la vanguardia artística de esta ciudad. Colaboró ​​activamente en la asociación Art Workers’ Coalition con artistas como Carl Andre, Hollis Frampton, Sol LeWitt e Yvonne Rainer, entre otros, y con colectivos feministas. Si bien inició su trayectoria en el ámbito de las artes gráficas, como demuestra la importancia del dibujo en su obra, se interesó también por la danza. Mientras estudiaba en el Pratt Institute de Nueva York, coreografió e interpretar sus propias creaciones. Aunque terminó inclinándose por la pintura, lo que caracteriza su obra es precisamente su manera de interpretar el espacio desde la perspectiva de la danza y el diálogo entre estas dos formas artísticas. Cabe destacar, en este sentido, el papel de la danza en sus diarios, con fotografías performativas de sus obras, descritas por la propia artista como «contenedores» y escenarios para el cuerpo. Ampliando el concepto de «intermedia», la obra de Castoro abarca desde la abstracción pictórica hasta las acciones performativas en la calle y en su estudio, pero también la poesía, el arte postal, la escultura, las instalaciones y el land art.

Sus primeras exposiciones, a principios de los años setenta, fueron en la Tibor Nagy Gallery de Nueva York. Además de presentar su trabajo en galerías de Nueva York, París y Londres, también expuso en el American Center de París (1983) y en el Newark Museum of Art de Nueva Jersey (1991). En 2017, el MACBA de Barcelona organizó la primera gran retrospectiva de la artista. Su obra forma parte de colecciones como la del MoMA de Nueva York, el Centre national des arts plastiques de París, el Newark Museum of Art de Nueva Jersey o el MACBA de Barcelona.

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