Raquel Friera obtuvo, primero, la licenciatura de Económicas. Trabajó entonces en empresas que obligaban a un índice de ventas, cada trimestre, mayor. Allí entendió cómo funciona la productividad, desde dentro de la maquinaria. Empezó luego la licenciatura de Bellas Artes porque sentía que ahí se trataba de otra cosa, de otro mundo, de otro tiempo. Y luego sigue estudiando, de otra manera.

Sus proyectos artísticos empezaron dinamitando, precisamente, todo aquello que aprendió en aquella licenciatura de Económicas: Sobre perder el tiempo (2007), Maltepe (2007), Tiempo libre (2009), Habana-Guáimaro (2010). A estos les siguieron otros proyectos que denunciaban los diversos dispositivos de control social: los centros de internamiento de extranjeros, las identidades raciales o religiosas, la moral económica, entre otros. El pensamiento feminista la ha acompañado cada vez más en sus trabajos y la ha ayudado, finalmente, a sintetizar el cuestionamiento del tiempo como el dispositivo esencial de la producción de subjetividad en nuestras sociedades.